Se denomina basura espacial a todo objeto artificial presente en las órbitas terrestres y que ya está en desuso. Esta basura está formada por satélites que ya cumplieron su vida útil, cohetes y fragmentos de ellos derivados de colisiones y explosiones, miles de pedazos de aparatos desprendidos por diferentes causas y objetos provenientes de la actividad de los astronautas fuera de las naves o desechos originados en las propias estaciones espaciales.
Estos elementos de basura espacial constituyen un verdadero peligro para las expediciones científicas debido a las elevadas velocidades a las que se mueven, la situación de la basura espacial solo podrá mejorar si se realizan esfuerzos coordinados y sistemáticos para prevenir el riesgo de impactos…
La basura espacial puede llegar a ser un problema serio muy pronto, por lo que se han hecho intentos de “limpiar” el espacio, pero hasta ahora con poco éxito, por falta de posibilidades tecnológicas y, sobre todo, porque no es viable desde el punto de vista económico.
La National Aeronautics and Space Administration (NASA), la Agencia Espacial Europea (ESA), el Centro Nacional de Estudios Espaciales de Francia (CNES) la Agencia India de Investigación Espacial, entre otros organismos aúnan esfuerzos para resolver esta situación. Todos coinciden en que lo primero es detectar la basura con la ayuda de radares, después se deberían enviar transbordadores a recoger esos desperdicios, ”una especie de camión de basura cósmico“, pero el costo de cada lanzamiento puede superar el medio millón de euros, por lo cual tener este servicio para capturar esos objetos inútiles genera el rechazo por parte de muchos gobiernos.
Curiosamente la propia actividad cósmica tiene su propio sistema de limpieza sin intervención humana, ya que la densidad de la atmósfera varía siguiendo ciclos de unos 11 años, ciclos que corresponden a los picos de la actividad solar, así la atmósfera aumenta de volumen, y los objetos entran en rozamiento con ella, parte de ellos cae a la Tierra y otra parte se disuelve en las capas altas. Este sistema de autolimpieza no es suficiente pero imitándolo también se analizan varias medidas para atraer la basura espacial hacia la atmósfera terrestre.
Dato curioso: un guante perdido por el astronauta del Geminis, Edward White, en 1965, durante una caminata espacial, se convirtió durante el mes que estuvo en órbita en “la prenda de vestir más peligrosa de la historia“, pues viajaba a una velocidad de 28 mil kilómetros por hora.
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