Amargo y dorado, así es el lúpulo. Una planta que además de llenar de sabor los aperitivos aporta importantes ventajas para la salud, desde propiedades diuréticas, digestivas o relajantes hasta componente fundamental de una de las bebidas sociales por excelencia: la cerveza.
Elixir ancestral
El lúpulo, planta trepadora de la familia de las cannabinaceas, se cultiva principalmente para elaborar cerveza por su poder de amargor, pero, desde la antigüedad, se ha utilizado en la medicina tradicional para tratar distintas dolencias por su acción antibacteriana y sus propiedades antiinflamatorias, sedantes y diuréticas.
De aspecto parecido a la parra, tiene unas raíces largas que penetran profundamente en el suelo y unos tallos con zarcillos para ir ascendiendo en su crecimiento hasta alcanzar una longitud de 5.50 a 7.50 m., sus hojas son muy ásperas y toda la planta está cubierta de vello.
El lúpulo es dioico, es decir, tiene sexos separados en distintos pies de planta, como ocurre con el cáñamo, las palmeras o los tejos; la lupulina, principio activo del lúpulo, se encuentra en las inflorescencias femeninas, que son como unas pequeñas piñas amarillas que cuelgan en otoño de las matas hembra y tiene un uso medicinal e industrial.
Los primeros fabricantes de cerveza utilizaban técnicas muy rudimentarias de elaboración y carecían de sistemas de refrigeración para prevenir el desarrollo de bacterias. Así fueron probando con numerosas especias hasta comprobar, en plena Edad Media, que cociendo flores de lúpulo con el mosto alargaban la vida de la cerveza y le conferían un agradable sabor amargo.
Se cree que el uso del lúpulo en la cerveza empezó en el siglo VIII en Alemania y llegó a Inglaterra después de 1066, ya que antes del reinado de Isabel I, se pensaba que el lúpulo era venenoso y aunque el uso de este saborizante se popularizó en Europa en el siglo XIV, hasta el siglo XVII no llegó a América del Norte.
Elixir ancestral
El lúpulo, planta trepadora de la familia de las cannabinaceas, se cultiva principalmente para elaborar cerveza por su poder de amargor, pero, desde la antigüedad, se ha utilizado en la medicina tradicional para tratar distintas dolencias por su acción antibacteriana y sus propiedades antiinflamatorias, sedantes y diuréticas.
De aspecto parecido a la parra, tiene unas raíces largas que penetran profundamente en el suelo y unos tallos con zarcillos para ir ascendiendo en su crecimiento hasta alcanzar una longitud de 5.50 a 7.50 m., sus hojas son muy ásperas y toda la planta está cubierta de vello.
El lúpulo es dioico, es decir, tiene sexos separados en distintos pies de planta, como ocurre con el cáñamo, las palmeras o los tejos; la lupulina, principio activo del lúpulo, se encuentra en las inflorescencias femeninas, que son como unas pequeñas piñas amarillas que cuelgan en otoño de las matas hembra y tiene un uso medicinal e industrial.
Los primeros fabricantes de cerveza utilizaban técnicas muy rudimentarias de elaboración y carecían de sistemas de refrigeración para prevenir el desarrollo de bacterias. Así fueron probando con numerosas especias hasta comprobar, en plena Edad Media, que cociendo flores de lúpulo con el mosto alargaban la vida de la cerveza y le conferían un agradable sabor amargo.
Se cree que el uso del lúpulo en la cerveza empezó en el siglo VIII en Alemania y llegó a Inglaterra después de 1066, ya que antes del reinado de Isabel I, se pensaba que el lúpulo era venenoso y aunque el uso de este saborizante se popularizó en Europa en el siglo XIV, hasta el siglo XVII no llegó a América del Norte.
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