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7/9/10

Soja: Hay motivos para alegrarse

Está claro que la agricultura argentina modernizada es veneno-dependiente. No puede prosperar sin envenenar en derredor. Y lo hace con efectos atroces sobre microfauna y flora, pero también sobre seres vivos mayores. Algunos concientizados de último momento están empezando a descubrir que el planeta no está del todo bien con tanto desarrollo, que los mares están exhaustos con tamaño progreso técnico en pesquería, que los campos, como las aguas, el aire, rebosan de elementos cancerígenos y mutágenos que están trastornando toda la biosfera, sin excepción. Y que, nosotros, “dueños del universo”, hasta nosotros, ¡quién iba a decir!, estamos incluidos.

Si analizamos la situación de una de las principales producciones de la Argentina actual, la soja transgénica, dueña de los campos de buena parte de sus provincias, hay motivos para alegrarse.

No la alegría propia de los empresarios y panegiristas del modelo implantado por Menem, mejor dicho del modelo que el Ministerio de Agricultura de EE.UU. le “brindó” a Menem, basado en altos ingresos, deslumbrantes desarrollos tecnológicos y la estadística falaz de los PBI, sino alegría ante la pérdida progresiva de invisibilidad de esa realidad que ha conquistado a la Argentina.

Porque cuando adviene el “nuevo tiempo”, a mediados de la década de los ’90, ese ingreso del poroto manchú genéticamente modificado a los “campos de la patria” lo hace a toda velocidad, con el carácter invasivo que proviene justamente de constituir una política implantada desde afuera, perteneciente a una estrategia geopolítica matrizada en otras latitudes.

Para que una política así concebida tenga éxito, procurará cubrirse cuanto antes de todos los rasgos del “ser nacional” que legitimen su anclaje; por eso no es raro que entre sus promotores y difusores ?los suplementos rurales de los principales diarios argentinos, por ejemplo? se aluda permanentemente a lo criollo, a lo tradicional, a lo telúrico. Aunque, como en la película de S. Kubrick en que al doctor Strangelove a dos por tres se le escapaba la personalidad oculta en el brazo fuera de control, entre las tiradas patrióticas la multitud de chacrers, feed-lots, agri-business, one-shot, challenger, gladiator, dejan entrever algo del origen del sistema implantado.

Y sin embargo, aquella invisibilidad inicial, aquella naturalidad con que a partir de 1996 el suelo argentino se va cubriendo de soja RR, que dejaba a sus refractarios como gente fuera de lo normal (y por otra parte, escasísima), se ha ido deshilachando con el paso del tiempo.

2008, con el fuerte tironeo entre productores agrarios (sobre todo de soja) y gobierno, se convirtió así en el primer mojón del progresivo strip-tease que venimos registrando. Entonces, apareció mediáticamente la palabra clave, “sojización” que habíamos usado algunos durante tantos años al parecer inútilmente.

Junto con el progresivo reconocimiento del significado de la soja GM y la sojización, fue apareciendo el papel de su gemelo siamés, el agrotóxico sin el cual la soja transgénica no tendría sus “efectos milagrosos”. Ese producto, patentado, obviamente por el mismo laboratorio que patentara la soja RR, está basado en un herbicida conocido de antes, el glifosato. Aunque es un error limitar la cuestión de la soja transgénica al grano y a dicho herbicida. Porque en la gama de biocidas, al lado de algunos organofosforados y organoclorados que con muy pocos miligramos pueden fulminar a un humano, por ejemplo, el glifosato sacó fama de benigno, o menos draconiano.

Aunque dista de ser tan inocuo como lo presentara Monsanto,(1) la situación es más grave aún porque el glifosato nunca se “administra” solo. El Round Up tiene complementos y realzadores del glifosato que según muchos informes son más tóxicos que el mismo glifosato, como por el ejemplo el POEA, un surfactante que “prepara” a las plantas, las superficies de las hojas, para ser aniquiladas por la penetración del glifosato.

Jorge Kaczewer, médico e investigador, señala la presencia de una serie de aditivos tóxicos rastreados en las distintas preparaciones de glifosato que se comercializan en Argentina, que exceden largamente la mera presencia de glifosato (N-fosfonometilglicina), incluso unido a su multiplicador, el POEA (Polioxietileno-amina).

Kaczewer registra sulfato de amonio, benzisotiazolona, hidróxido de potasio, ácido pelargónico, y toda una ristra de compuestos químicos que dañan piel, mucosas, ojos…(2)

Tan grave como la presencia de muchos más aditivos de los que se anuncian en “los paquetes tecnológicos” es que se ha acusado a Monsanto de que logró las aprobaciones legales de la soja GM mediante análisis de sólo el glifosato y no de toda la sopa química que realmente constituye el RoundUp.

En ese mismo año 2008 del enfrentamiento sojeros-gobierno, aunque llamativamente el conflicto se centró en los pesos, surgieron otras facetas de la realidad, que van hacia aquella pérdida de la invisibilidad que protegiera en su momento el desembarco del agribusiness.

Un equipo periodístico, p. ej., La Liga, entrevista a un fumigador dañado en su organismo, o a Eduardo de Angelis que se declara totalmente ignaro sobre si el glifosato es un veneno (¿o una golosina?), y se empieza a desvelar el verdadero significado de tanto éxito económico.

No es gratis

Se empieza a discutir el ancho de las franjas territoriales que tendrían que proteger a centros poblados ante el pasaje, devastador, de las fumigaciones, tanto aéreas como terrestres. Las resoluciones municipales al respecto son vergonzosas. 300 metros, 700 metros. Por la dificultad para verificarlas en cada caso, por la existencia del viento, por la presencia de población dispersa y, sobre todo, porque si estamos hablando de fuertes agentes patógenos, que castigan todas las formas bióticas, ?humanos, pero también gallinas, peces, renacuajos, calabacines, yuyos, lechuzas, gorgojos, guitarreros, abejas, mariposas? como admitir y hasta exaltar su difusión?

Sectores cada vez mayores de población empiezan a intuir que esta catarata de éxitos materiales que tanto destaca a la Argentina actual se asienta en un envenenamiento generalizado de los campos. Cuando hablamos de “campos” estamos significando que la biodiversidad característica de los distintos paisajes del país está siendo aniquilada a un ritmo que nadie conoce.

No se trata sólo de una merma de biodiversidad, en sí misma pavorosa. Sobre todo por lo irreversible. Se trata, además, del deterioro de salud que eso va significando para plantas, animales y humanos.

El envenenamiento es parte constituyente del negocio en este caso agrario. No es sólo la fumigación; ése es “el mundo” que los laboratorios nos han brindado: han expendido, p. ej., alegremente durante catorce años un torrente continuo de bidones plásticos que se usan una única vez, use y tire. En el campo, eso ha provocado enorme cantidad de intoxicaciones por restos de venenos en recipientes que pasan a usarse para traslado de agua, por ejemplo.

Al cabo de pocos años, la montaña de bidones empieza acumularse en cada predio. Literalmente. Ni el mal uso ni el uso concienzudo de algunos recipientes para agua, para diésel, para cualquier uso “casero”, puede absorber la llegada sin pausa de nuevos bidones.

Llega un momento en que muchos productores incendian los bidones de plástico para hacerlos “desaparecer”. La contaminación entonces producida es peor si cabe que la llevada adelante con sus contenidos. Porque el plástico quemado genera dioxinas, entre los venenos más poderosos que se conocen. El envenenamiento como se ve, es multiforme, y abarca todo el hábitat, el aire, las aves, nuestros pulmones… Y el “ciclo”, como se ve, tiene cierta semejanza con otros ciclos habidos, políticos, de algún modo hay que llamarlos.

En la última semana de este mismo mes de agosto de 2010 se está por reunir el primer encuentro de médicos que trabajan en medio de poblaciones fumigadas.(3)

Como decía un viejo refrán castizo, se va haciendo difícil tapar el cielo con un harnero. Y nuestra realidad ambiental con su maldita floración de fuentes de daño y veneno es cada vez menos disimulable y cada vez más visible.

Un médico que asumió ante sí mismo la condición de epidemiólogo, trazó un itinerario de investigación sugerente: recorrió los hospitales entrerrianos, una de las provincias más sojizadas de Argentina, para investigar sus historias clínicas de 1996 y de 2006: antes del asentamiento de la soja transgénica y, obviamente, diez años después.(4)

Pudo así verificar, duplicaciones, quintuplicaciones y hasta decuplicaciones de casos de enfermedades que no pueden ser explicadas por ningún otro factor, como aumento poblacional, por ejemplo. Trastornos endócrinos, neurológicos, dermatitis, enfermedades del tracto respiratorio, gripes y neumonías incluidas, diarreas.

Verificó aspectos decepcionantes pero no inesperados: una llamativa falencia de las historias clínicas. No encontró registro alguno, completo, comparable, secuencial, de cánceres y sus distintos perfiles. Quienes fallecieron a causa de un cáncer han sido sistemáticamente registrados como muertos por paro cardiorrespiratorio. Una falsedad manifiesta (5) puesto que el paro cardiorrespiratorio no es la causa de muerte alguna sino su consecuencia más inmediata.

Está claro que la agricultura argentina modernizada es veneno-dependiente. No puede prosperar sin envenenar en derredor. Y lo hace con efectos atroces sobre microfauna y flora, pero también sobre seres vivos mayores, nosotros incluidos.

La sociedad argentina no ha sido del todo indiferente a esta agresión tan basal. Antes de 2008, a veces bastante antes, se denunció como la fumigación aérea arruinó salud y trabajo en Colonia Loma Sené, en Formosa, con decenas de familias agricultoras afectadas y como “las autoridades” locales negaron responsabilidad a la contaminación y les endilgaron culpa a los pobladores afectados por ejemplo con irritaciones cutáneas, acusándolos de mugrientos.

Se denunció asimismo los estragos de la fumigación aérea en Barrio Ituzaingo en la periferia de la capital cordobesa, donde “el avance de la frontera agrícola”, tan aplaudido en los suplementos rurales capitalinos, la llevó hasta los mismos lindes de esas modestas casas, que debieron soportar una y otra vez el bombardeo de veneno desde las avionetas fumigadoras. Una red de vecinos en resistencia pudo comprobar los daños y dar lugar a procedimientos judiciales de contención y refrenamiento del avasallador entusiasmo sojero.

El periodista Carlos del Frade denunció el trabajo infame que los emporios sojeros ofrecían a jovencitos rurales, como banderilleros para “guiar” a los aviones en sus riegos tóxicos, mostrando con sus cuerpos y banderas los límites de la aspersión.

En recuadro aparte reproducimos la carta abierta de una ingeniera agrónoma, que nos parece ilustrativa de lo que está pasando en el país. De lo que estaba pasando desde hace rato, aunque esta carta es reciente, pero que hasta hace un tiempo, parecía una realidad limitada a ser percibida por una increíblemente escasa cantidad de pares de ojos y oídos.

Una investigación que vio la luz en 2009, desde un investigador del mismísimo CONICET, organismo que en cuanto a investigaciones de laboratorio hasta ahora había cumplido estrictamente el papel de los tres monos sabios, ha agitado aun más las aguas.(6) Su investigación revelaba una fuerte toxicidad del glifosato y el ministro de Ciencia y Tecnología del gobierno, Lino Barañao, un ferviente partidario de los “avances tecnológicos”, se apresuró a condenar semejante encare.

Pese a condenas oficiales o al optimismo inveterado de los círculos sojeros y sojísticos, el piso se está moviendo. Una carta abierta reciente de Mempo Giardinelli a Gustavo Grobocopatel pasa revista a un preocupante deterioro ambiental cada vez más generalizado en el Chaco. Y la contestación del principal sojero argentino no hace sino confirmar su acuerdo con el proceso de exclusión, con el de concentración económica y, con inteligencia, sugiere contramedidas, pero obviamente dejando en pie toda la arquitectura de la “nueva agricultura argentina”. Y ha terciado Enrique Martínez, director nacional de INTI, cuestionando los deslindes de Grobocopatel y reafirmando la existencia de un proceso de concentración territorial que Martínez a su vez rechaza basándose en el modelo de unidades de explotación agrícola de EE.UU.

Y la cuestión va ingresando en el circuito mediático y hasta Radio Continental, alimentada desde hace ya mucho por todo el aparato publicitario de la soja, el agronegocio, los laboratorios productores de biocidas (ampliados en los últimos años como semillerías aspirando a monopolizar ese renglón (7)) ha dado lugar a que uno de sus periodistas estrella organizara una mesa de discusión entre partidarios y críticos del modelo de la soja.(8)

Se va haciendo difícil seguir ignorando la intoxicación generalizada, el lento ecocidio a que ha sido sometido el país en tantos de sus territorios. Si la alegación de ignorancia de de Ángelis en 2008 resonó ridícula e insostenible, logrando apenas hacer un hazmerreír de sí mismo, en 2010 invocar esa falsa “inocencia” resultaría ya impensable, imposible.

Pero este cuadro de situación estaría sesgado si no advertimos que el modelo del agribusiness sigue avanzando y a la ofensiva. Por empezar, en términos crudamente materiales; Argentina acaba de sobrepasar la producción anual de 100 millones de toneladas y ya “vamos por más”. Así como hace unos años ésta era una meta casi inalcanzable que en todo caso, los más visionarios veían como el non plus ultra, ahora ya surgen los entusiastas que se plantean alcanzar los 150 millones de toneladas. Esto tiene, por otra parte, una lógica inapelable.(9)

Otra llamativa expresión de esta ofensiva, jugada desde una trinchera lateral o de apoyo a AAPRESID, ASA y a los protagonistas del complejo tecnocientífico aplicado al campo argentino, es el nuevo emprendimiento promovido desde la UATRE y su obra social, OSPRERA, contando con la persona, el líder, Gerónimo Venegas, presidente a la vez y sin alternancia del sindicato y de la obra social, al frente del operativo.

Bajo la consigna “Desnutrición cero” han tirado el globo de ensayo en un lugar no del todo marginal pero de ninguna manera protagónico, Necochea en Buenos Aires, para tener las dos vías a mano: la de mutis por el foro o la de entrada triunfal en “la mesa de los argentinos”.

Se trata de distribuir harina integral precocida de soja y tabletas de Soja Dorada”. Estas últimas son presentadas como “golosina”.

Y uno se pregunta: ¿esta gente no ha leído las resoluciones y acuerdos del “Foro para un Plan Nacional de Alimentación y Nutrición del Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales”, que en 2002 bajo la presidencia de E. Duhalde y con el auspicio de su consorte Chiche de Duhalde procuró cubrir la operación “Soja Solidaria” y acabó desautorizando el uso generalizado de la soja?

Duhalde había aceptado el plan de los sojeros para atajar las peores manifestaciones de desestructuración económica y privaciones materiales que castigaron entonces con fuerza a los sectores con menores recursos. Pretendieron la filantropía de las “vacas mecánicas” encarada por rotarios, Charitas y otras almas sojeras de las bellas.

Pero el encuentro de pediatras y nutricionistas condenó sin ambages el remiendo alimentario como alimento básico para niños y particularmente para menores de dos años. La soja no sólo tiene ingredientes indigestos sino que carece de calcio y esto último es lo que no la hace aconsejable para cuerpecitos jóvenes muy necesitados de calcio para “hacerse grandes”.

En todo caso, la soja puede integrarse en la dieta humana general e infantil en particular con el estilo que han explicitado dietistas estadounidenses importados directamente para homologar entonces los planes de sojización alimentaria y que, los desmintieron tácitamente mientras acordaban con la cabeza y explicaban que la soja debía ser un renglón más en decenas de renglones diversos de lácteos, frutas, cereales, aceites, huevos, pescados, carnes…

La jugada de OSPRERA procura precisamente obviar la enzima poco digerible y anuncian que la soja que ahora van a entregar tendrá destruido (por calor controlado) “el factor antitripsina del poroto crudo”.

Leer sus fundamentos, porque de algún modo hay que llamar lo que presentan, no sabemos si constituye una pieza mayor de la miseria nutricional que avanza en el país de la soja o si por el contrario apenas pretende presentar la panacea: “Dadas las condiciones de escasa nutrición en vastas zonas del país” nos revela en sus primeros párrafos; “Combatir la falta de nutrientes esenciales en la niñez” nos dice en otro párrafo; “solucionar, al menos parcialmente, el flagelo de la desnutrición”, palabras de Venegas.

“El porcentaje de personas que viven con menos de un dólar al dìa ha aumentado considerablemente mientras que las condiciones de vida se han deteriorado para las personas que habitan las barriadas marginales.” A esta altura, es fácil advertir la jugada política de Venegas, aliado con los sojeros y enfrentado con lo K. Su alianza en la cúpula cegetista con Moyano, escapa al marco de esta nota.

En el país de los grandes éxitos económicos, el namberuán de un sindicato vinculado con lo rural nos avisa que los pobres se están empobreciendo. Como ya es un lugar común saber que los ricos están enriqueciéndose, tenemos un cuadro de situación inmejorable.(10)

OSPRERA dice que las proteínas que tiene la soja también la tienen otros alimentos, pero, aclara, “esos otros alimentos son los más caros”. Curiosa observación para provenir de un sindicato, aunque sería totalmente lógica desde una patronal.

Luego de brindarnos semejantes datos, nos quiere prestidigitar la realidad y Venegas Mandrake nos aclara: “Este programa es algo que no cambia la cultura de la alimentación.” Como si la población argentina pudiera seguir comiendo lo que comía tradicionalmente.

Caricaturas ficcionales para un país modernizado al galope tendido.

Otra vez debería quedar en manos de la sociedad enfrentar estas “movidas” que insisten en el país experimento donde todos somos “invitados” a ser conejos de indias de una ingestión masiva de soja.

Además de la alegría que señalábamos al principio por la pérdida progresiva de invisibilidad de lo que cayó en el país como una invasión tecno-ideo-geopolítica, podríamos también festejar el sainete que ya vemos en varios puntos del horizonte, si no fuera tan trágico como efectivamente es: nos referimos al apresuramiento con que los más conspicuos representantes del agribusiness, de la concentración económica y su modalidad internacional ?que con acierto llama L. Boff globocolonización?, los hasta hoy partidarios acérrimos de las “economías de escala”, de la contrarreforma agraria militante, de las políticas de exclusión mediante la separación sistemática de capas sociales entre winners y loosers, los entusiastas de la filantropía con que calmar sus almas más sensibles frente al despojo material que convierte en despojos a tantos humanos, toda esa corte, o más bien cohorte, de los milagros económicos está empezando a descubrir que el planeta no está del todo bien con tanto desarrollo, que los mares están exhaustos con tamaño progreso técnico en pesquería, que los campos, como las aguas, el aire, rebosan de elementos cancerígenos y mutágenos que están trastornando toda la biosfera, sin excepción. Y que, nosotros, “dueños del universo”, hasta nosotros, ¡quién iba a decir!, estamos incluidos.

Toda esa pléyade de concientizados de último momento es bienvenida. Con una sola condición: que no quieran hacernos creer que son los que descubrieron la pólvora. La pólvora ya está descubierta, para todos.

Y sobre todo, que si han cooperado alegremente en el festín del derroche, que no nos lleguen a decir ahora que lo han enfrentado siempre. www.ecoportal.net

4/9/10

El lado Oscuro de lo que comemos

Cada día nos llevamos a la boca decenas de alimentos. Confiamos en marcas como Kraft, Coca-cola, Nestlé, Danone. Pensamos que los nuevos alimentos funcionales, a los que se les atribuye cualidades terapéuticas, como huevos enriquecidos con ácidos grasos omega 3, leche y yogures fermentados con cultivos probióticos y cereales con ácido fólico nos permitirán vivir más y mejor. Pero hay un lado oscuro de aquello que comemos.

El uso de colorantes, edulcorantes, emulsionantes y saborizantes es una práctica habitual a la hora de procesar los alimentos que consumimos. En Estados Unidos, y a través de la ingesta de comida, se calcula que cada ciudadano toma anualmente 52 kilos de aditivos, hecho que genera crecientes dosis de intolerancia y alergias a los mismos. El ingrediente artificial que más problemas genera es la sacarina, el más extendido de todos, junto con la cola y la cafeína.
Según una investigación realizada en la Universidad de Southampton, en el 2007, por encargo de la Agencia de Estándares Alimentarios del Reino Unido, la mezcla de colorantes artificiales alimentiarios con el benzoato de sodio, un conservante utilizado en helados y repostería, produciría un aumento de la hiperactividad en niños. Cómo señalaba el profesor Ruperto Bermejo, experto en colorantes alimentarios de la Universidad de Jaén, la solución pasa por sustituir los colorantes artificiales por otros de naturales, sin embargo "para la industria, el coste de los colorantes naturales es mucho más elevado que el de los sintéticos". Una vez más los intereses económicos prevalecen por encima las necesidades y el bienestar de las personas.
Y es que unas pocas empresas monopolizan cada uno de los tramos de la cadena agroalimentaria, desde las semillas, pasando por los fertilizantes hasta la distribución de los alimentos. La distancia entre el campesino y el consumidor se ha ido alargando en los últimos años, con la consecuente pérdida de autonomía por parte del productor y la creciente mercantilización de la comida. Unas pocas empresas acaban determinando aquello que comemos: qué, cómo, cuándo y dónde se elaboran los alimentos y qué precio se paga por los mismos tanto en el origen, al campesino, como en destino, en el supermercado.
El derecho a decidir en las políticas agrícolas y alimentarias no está hoy garantizado. Hay que reivindicar el derecho de los pueblos a la soberanía alimentaria, el acceso del campesinado al agua, a la tierra y a las semillas, a poder escoger alimentos libres de transgénicos. Sólo así nuestra seguridad alimentaria será una realidad.

3/9/10

Ratifican el uso del herbicida glifosato

La nota donde se expresa que en los Estados Unidos ratifican el uso del herbicida glifosato, por parte de la Agencia de Protección Ambiental, es un fiasco. La corresponsal del diario La Nación dice que la Agencia ubica al herbicida en la categoría más baja de toxicidad. Sin embargo ni en la página oficial de la EPA, ni en la nota “las autoridades que destacaron que el herbicida glifosato cuenta con las autorizaciones correspondientes para su venta y su uso, e informaron que lo catalogan como "ligeramente tóxico", son visibles.

Además, recordaron que en la agricultura norteamericana se consumen no menos de 65.000 toneladas anuales del producto.

Esta declaración fue formulada ante una consulta de LA NACION a raíz de que en la Argentina algunos científicos del Conicet plantearon objeciones al glifosato.

Mientras los investigadores locales aseguran que el glifosato produce malformaciones en embriones anfibios y advierten sobre los peligros de la exposición, un vocero no identificado señala lo contario.

La investigación argentina a la que el ministro Lino Barañao atacó con el guiño indisimulado de no se sabe quién, fue difundida por la Chemical Research in Toxicology, la reconocida revista de la Asociación Química de los Estadios Unidos (American Chemical Society, ACS), lo que se interpretó como un nuevo impulso a su posición.

Según el textual de la nota del diario “Al contrario, no sólo la autorización sigue en pie, sino que, a diferencia de lo que afirman los técnicos argentinos, aquí se considera al glifosato como ligeramente tóxico”, en el caso de que se lo consuma, se lo inhale o que entre en contacto con la piel, podríamos decir que estamos frente a una cafiaspirina o un tecito.

Según la famosa fuente la próxima evaluación de la EPA estará lista para 2014 y se realizará en colaboración con el organismo similar de control de medio ambiente de Canadá (PMRA).

La nota en cuestión además estuvo acompañada de la publicidad de dos reconocidos actores del sector Dekalb y de Sygenta.

Esta corresponsal que parece haberse aburrido de los shopings decidió que Washington podría tener ese “no sé qué” que no encuentra en el los países de habla hispana. Como todavía se está aclimatando a los vaivenes yankees, no debe conocer el Centro Nacional para la Información de Biotecnología (NCBI) que es parte de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos (National Library of Medicine), una rama de los Institutos Nacionales de Salud (National Institutes of Health o NIH). Démosle la brújula para que pueda llegarse una escapadita a Bethesda, Maryland y conozca ése lugar que es una importante fuente de información de biología molecular, pero no es fuente de pasquines. Ya vimos sus resultados: -nadie le creyó.

Seamos generosos y démosle una ayudita extra. Aconsejamos lápiz y papel porque la lucidez del escrito me hace dudar de la rapidez manual de la autora para una notebook. Como el público ya conoce de memoria los estudios internacionales más nombrados, vamos a citar otros para no caer en el aburrimiento que nos sumió la nota que nada agrega ni nada quita, pero oscurece.

El sitio recomendado que publica el estudio argentino del Conicet también publica otros muy interesantes, a saber:

En junio de 1991, la Agencia de Protección Ambiental (EPA) clasificó al glifosato como un compuesto clase E (de acuerdo a la EPA, hay cinco categorías de carcinogenicidad), lo que significa que probablemente no es carcinogénico en seres humanos. Por desgracia, el estudio realizado por oncólogos de Suecia en 2001 demostró que el glifosato sí puede producir cáncer al sistema linfático. Los resultados del estudio sueco han cambiado la opinión sobre la "seguridad" de este herbicida. La investigación ¿El glifosato es un pesticida no tóxico? fue realizado por el Departamento de Biología y Ambiental de la Universidad de Lodz, Polonia.

Otro estudio del 2007 realizado por científico de la Corporación Universitaria Rafael Núñez, Cartagena, Colombia “La citotoxicidad del herbicida glifosato en células mononucleares de sangre periférica humana” (Martínez A, Reyes I, Reyes N.) muestran que las formulaciones comerciales de glifosato son más tóxicas que el componente activo en sí.

Células humanas mononucleares sanguíneas periféricas fueron expuestas a diferentes concentraciones de glifosato, ya sea grado técnico o en forma de Roundup durante 24, 48, 72 y 96 horas. La citotoxicidad se determinó mediante el método del azul tripán (es un coloide que se introduce en el interior de las células que presentan roturas en la membrana) y la determinación del daño celular con el reactivo de XTT.

Este estudio in vitro confirman el efecto tóxico para las células humanas por el glifosato y sus formulaciones comerciales son más citotóxicos que el componente activo por separado, el apoyo a la idea de que los aditivos en las formulaciones comerciales juegan un papel crucial en la toxicidad atribuida a los herbicidas a base de glifosato.

Otras ranitas australianas, para dejar tranquilas a las del Conicet que ya bastante tienen que soportar a Barañao, ya en 1999 demostraron que las pequeñas diferencias en la sensibilidad al glifosato fueron evidentes. Algunas especies de renacuajos muestran una mayor sensibilidad que otras dice la investigación de la Escuela de Biología Ambiental de la Universidad Curtin de Tecnología, pero prueba su toxicidad. El trabajo lleva el título “La toxicidad de las formulaciones de glifosato en cuatro especies de ranas australianas”

La publicidad de Monsanto ha llevado al público a creer que el Roundup es más bueno que Lazzy. Nunca reconocen que los estudios utilizados para el registro inicial RoundUp fueron fraudulentas. Tampoco dicen que un Fiscal General de Nueva York obligó a Monsanto a pagar al estado de Nueva York 250 mil dólares por su publicidad mentirosa del herbicida. La empresa viola el acuerdo dentro de Nueva York, y un segundo acuerdo fue negociado. Algo que muchos fiscales argentinos deberían tener en cuenta, al menos para salvar el decoro de algunos jueces distraídos que no sabemos qué hacen con las denuncias de fumigaciones.

La provincia de San Luis también figura en la base tan numerosa que ésta corresponsal desconoce. Por ejemplo el trabajo “Efecto del herbicida glifosato sobre la actividad enzimática en ratas embarazadas y sus fetos”.-Para evitar el riesgo para la salud de las sustancias químicas del medio ambiente, en particular para la progenie, se han estudiado los efectos del herbicida glifosato en varias enzimas de ratas embarazadas. El tratamiento se administró durante los 21 días de gestación, con una semana como período de aclimatación. Los resultados sugieren que la exposición materna a los agroquímicos durante el embarazo induce una variedad de anormalidades funcionales en la actividad específica de las enzimas en los órganos estudiados de las ratas embarazadas y sus fetos.

Así que desde el año 2001 la Cátedra de Bioquímica Biológica Molecular de la Facultad de Química, Farmacia y Bioquímica de la Universidad Nacional de San Luis, Argentina.(Daruich J, Zirulnik M, MS Giménez) ya venía estudiando el tema.

Es una de las investigaciones que tampoco fue citada en ninguna de las 133 hojas del informe de la Consejo Científico Interdisciplinario elaborado en julio del año pasado para la Comisión Nacional de Investigación sobre Agroquímicos, Decreto 21/2009.

Por citar solo algunos otros ejemplos, se ha demostrado que el RoundUp causa irritación de la mucosa oral y el tracto gastrointestinal, disfunción pulmonar, oliguria, acidosis metabólica, hipotensión, leucocitosis y fiebre. En ésta investigación participó una toxicóloga de Monsanto, Rebecca Tominack. (Tominack RL, GY Yang, Tsai WJ, HM Chung, Deng JF, 1991. Taiwan Centro Nacional de Intoxicaciones encuesta de ingestiones herbicida glifosato tensioactivos. J Toxicol Clin Toxicol 1991, 29 (1): 91-109).

Lo que desconocemos es qué si ésta toxicóloga sigue perteneciendo a la empresa después de semejante conclusión.

Monsanto también afirma que el glifosato no es un inhibidor de la colinesterasa. Sin embargo, el glifosato es un organofosforado y los "efectos tóxicos de los organofosforados se basan en la inhibición irreversible de la acetilcolinesterasa (AChE) y serina hidrolasas" (C Viragh, IM Kovach, L Pannell, 1999. Pequeños Productos moleculares de la Desalquilación en somán-inhibido acetilcolinesterasa anguila eléctrica. American Chemical Society, 11 de junio de 1999.)

En 1988, Sawada Yusuke, et al. hizo un estudio en el que llegaron a la conclusión de que el surfactante en el Roundup (POEA) es más tóxico que el ingrediente principal de RoundUp, glifosato. Un estudio realizado por Servizi et al en 1987 encontró que el POEA es de dos a tres veces más tóxico que el glifosato, y que la sinergia de los dos ingredientes pueden ser incluso más tóxicos que los dos ingredientes juntos.

La respuesta a si en la formulación del RoundUp es un inhibidor de la colinesterasa sólo puede ser determinado observando la evidencia anecdótica. Muchos médicos, sin embargo, basados en la publicidad de Monsanto que el glifosato no es un inhibidor de la colinesterasa, se niegan a ésta prueba en las víctimas de envenenamiento por RoundUp, por lo que evidencia no es fácilmente disponible. (Sawada Y, Y Nagai, Ueyama M, Yamamoto I, 1988. Toxicidad previsto del agente tensioactivo en los herbicidas que contienen glifosato comercial. Lancet. 1988 6 de febrero, 1 (8580): 299.)

Un área que aún no se ha explorado es el impacto del proceso de degradación del glifosato en el ciclo de la serina (uno de los veinte aminoácidos naturales más comunes en la tierra). El ciclo de la serina juega un papel importante en la inhibición de la colinesterasa en los seres humanos. De la investigación disponible, es fácil concluir que, mientras que el glifosato en sí mismo no podría ser técnicamente anticolinérgicos, los productos de degradación del glifosato podrían muy bien ser los inhibidores de la colinesterasa.

En un estudio publicado en la Journal of Environmental Health Science en enero de 2001, (El-Demerdash, Yousef, y Elagamy IE) del Departamento de Estudios Ambientales, Instituto de Estudios de Posgrado e Investigación, Universidad de Alejandría, Egipto informó de que la toxicidad del glifosato quedó demostrada en las siguientes enzimas humanas vitales: la acetilcolinesterasa sérica (AChE), lactato deshidrogenasa (LDH), aspartato aminotransferasa (AST), alanina aminotransferasa (ALT) y fosfatasa alcalina (ALP).

En comparación con el paraquat, el glifosato resultó ser más tóxico para esas encimas lo que demuestra que el glifosato es de hecho un inhibidor de la colinesterasa, pese a las afirmaciones de Monsanto.

Y para concluir señora corresponsal, le dejo una listita de Inhibidores de Colinesterasa:

El veneno de la serpiente, el gas zarín, el Metomil (insecticida a base carbamatos usado para el control de plagas en hortalizas), los glucoalcaloides, los plaguicidas de Síntesis de Naturaleza Fosfática entre otros.

¿Qué efectos causan? excesiva salivación y ojos llorosos en bajas dosis, seguido por espasmos musculares y finalmente muerte.

Será por eso que los transgénicos son rechazados en la Unión Europea, que en Canadá hay un Proyecto de ley llamado C-474, que podría decidir el futuro de los cultivos transgénicos, y que Europa encontró restos de plaguicidas en las lluvias, y que Suecia cree que distintos tipos de cánceres comunes pueden ser causados por los pesticidas.

Estos informes ayudan a explicar por qué los políticos de allí tienen tanto interés en imponer impuesto sobre el uso de pesticidas, que sería un impuesto popular con la aprobación de una gran mayoría del público. ¿No le parece?

2/9/10

Monsanto: Fabrica armas de destrucción

Los alimentos de hoy, son sumamente peligrosos. Sin embargo, hablar de ello suele ser algo complicado. Los medios ridiculizaron a Evo Morales, cuando aseguró que los pollos de criadero eran inyectados con una gran cantidad de hormonas, cuyo único fin, es lograr el peso ideal en 30 días, cuando por vía normal demandaría 5 meses. No se equivocó al afirmar que tanto químico junto hace daño.

Monsanto fabricó el agente naranja que los EE:UU tiraron en Vietnam, un herbicida (mata plantas) que entonces se dijo era para despejar la selva y ver donde se ocultaba el vietcong; hoy en día se aprecian las mutaciones y mutilaciones y deformaciones genéticas en los vietnamitas sabiéndose que la idea era generar este terror.

El ridículo también es otra arma terrorista norteamericana, en el área mediática que domina. Y por lo segundo no se habla de lo primero.

El glifosato Roundup para la soja también lo fabrica Monsanto y es un herbicida que se presentaba como inocuo pero ahora sabemos que produce malformaciones genéticas ¿pasará Argentina de ser el país de las chicas más lindas del mundo a mutantes escondiéndose por ahí?

Los alimentos de hoy, son sumamente peligrosos. Sin embargo, hablar de ello suele ser algo complicado. Los medios ridiculizaron a Evo Morales, cuando aseguró que los pollos de criadero eran inyectados con una gran cantidad de hormonas, cuyo único fin, es lograr el peso ideal en 30 días, cuando por vía normal demandaría 5 meses. No se equivocó al afirmar que tanto químico junto hace daño.

Incluso, incide negativamente en la vida del espermatozoide y tanta hormona femenina, puede afectar sexualmente a los machos de distintas especies. Si lo que injerimos nos alimenta ¿no asimilamos también estos químicos? ¿Y como reaccionan en nosotros?. Esta es una verdad que en el campo científico se dice en voz baja. No porque sea mentira. A lo que le temen, es a la difamación y a como las corporaciones mediáticas manejan el tema, al punto de ridiculizarte. Esto hicieron con Evo Morales, y en pocas horas llenaron los espacios en todo informativo mundial generando la corriente de opinión de “si te metes en esto, haremos con vos lo que hicimos con Evo”.  Sin embargo, miedo al ridículo o no,  hay que hablar con la verdad como lo hace el Dr. Carrasco al denunciar que el mismo CONICET lo censura cuando trata de explicar la virulencia del glifosato. Los agrotóxicos son parte de un sistema productivo que afecta seriamente la salud humana. Al ser disruptores endocrinos, generan cambios irreversibles en la conducta sexual de los machos, ya que se comportan como hormonas femeninas. Esta química  produce una gran cantidad de machos estériles e impotencia, sin contar las deformaciones, retardo y desórdenes de aprendizaje porque actúan desde el embrión. Llegamos a la situación actual, por haber perdido soberanía alimentaria, y producción de granos primarios.

Si la sociedad está lista para debatir el tema, debemos hacerlo sobre la base de la verdad, por más que sea manipulada por algunos medios de difusión. Hay que tomar el riesgo porque el futuro de muchos seres humanos esta en riesgo en estos momentos. Dejemos las trivialidades cotidianas, y nos enfoquemos en una discusión seria. Debemos recuperar la salud perdida en manos de corporaciones que nos enferman para luego vendernos el antídoto. Hablemos de estas cosas sin temor, y expongamos el tema a la población para que sepa al menos, elegir entre contaminación de alimentos con sustancias químicas nocivas, o el de una alimentación sana y sustentable. ¿Tenemos producción de alimentos sanos y sustentables? La respuesta es NO y aquí entra a colación el titulo de la presente.

Milagro Sala, es una mujer que ha sabido organizar una comunidad marginada por este sistema económico y social. De a poco, con tesón y trabajo, pudo convencer a la gran masa de trabajadores latentes, que la única manera de salir de la pobreza, era con dignidad y trabajo. Así fue que comenzaron a organizarse en cooperativas, y de allí nacen las propuestas de financiamiento para una gran franja de seres humanos postergados por el sistema.

Esta organización excepcional de una mujer humilde, nos tiene que hacer pensar que es posible recuperar soberanía alimentaria. ¿Quienes lo pueden hacer?, solamente ellos, sí, ellos capaces de tomar una pala y un pico y trabajar la tierra. Tenemos que incorporar en la propuesta a los pueblos originarios porque poseen cultura ancestral de obediencia por la madre naturaleza. Reconocen que la tierra es la que les da sustento, y le rinden homenaje. Debemos aprender de ellos este gran ejemplo de respeto y entrega, considerándose “parte” y no “aparte” de la creación.

Si Milagro Sala pudiera organizar cooperativas agrarias con frutas y verduras sanas o  cooperativas de siembra de semillas primarias, recuperaríamos de a poco soberanía alimentaria con la manufactura de productos de primera necesidad sanos. ¿Usted compraría alimentos orgánicos? ¿Optaría por consumir productos sin herbicidas, sin agrotóxicos, sin modificaciones genéticas que alteran los patrones celulares?. Imagine semillas tratadas con alternativas sanas como la tierra de diatomea. De este modo, dejaríamos de lado una especulación alimentaria impuesta por los popes de la industria química armamentista, que descaradamente aterrizaron en nuestros campos trayendo veneno y desolación.

La tierra de diatomea, es la alternativa a estos agrotóxicos que nos matan y envenenan. Tenemos que incentivar a nuestros jóvenes e intelectuales para que sigan esta línea de investigación, y propongan alternativas baratas al tratamiento de algunas plagas. Muchos jóvenes que hoy se inclinaron ante los demonios de la droga y el alcohol, esperan ser redescubiertos, su oportunidad. La oportunidad que ellos mismos se puedan dar, para sentirse útiles y salvadores de una sociedad corrompida por un sistema que parece no tener solución. Sin embargo la tiene, y el secreto está justamente en nuestros compatriotas más humildes, aquellos postergados. Si, serán ellos quienes nos ayudarán a salir de esta barbarie especulativa. Necesitan tierras, asesoramiento tecnológico, y la oportunidad de demostrar que son útiles para la sociedad y creo, que de la mano de muchas Milagro Sala, y de políticas de desarrollo reales, podremos de a poco hacer pie en nuestra verdadera identidad, de una manera productiva, sana y prospera para todos.

24/8/10

Avance de la Soja o Soya


Dr. Ricardo Melgar
 
Durante el llamado Milagro Brasileño conducido por la dictadura militar se decía que la soja era santa. La Santa Soja, anunciaba un período de prosperidad y solucionaba todos los problemas desde los puramente agronómicas hasta los sociales. Con la crisis internacional y el ajuste económico en el inicio de la década de ochenta, la soja había pasado de santa a pecadora, responsable por la inseguridad, por el riesgo que ofrecía a la subsistencia de los agricultores y por el irreparable daño al medio ambiente. Del libro "De Santa a Pecadora. A saga da soja pelos campos do Rio Grande". de Luiz P. Bonetti

La agricultura moderna produce una enorme variedad de productos incluyendo la mayor parte de los alimentos, fibras y materias primas diversas. Así como la agricultura fue la piedra fundacional de la vida humana, ésta continua siendo una actividad esencial para la vida del hombre. Los principales desarrollos que permitieron un importante aumento de la productividad se realizaron en el siglo pasado, cuando surgieron las modernas técnicas de producción e insumos claves tales como variedades, fertilizantes, agroquímicos defensivos, mecanización, riego y procesamiento de productos post-cosecha. En Argentina, así como en otros países, el proceso de desarrollo y modernización estuvo asociado no solo a la mayor producción, con la utilización de fertilizantes, defensivos y semillas mejoradas y fabricadas de acuerdo con el ideario de la llamada "Revolución Verde", sino también con la ampliación durante los noventa de mas de cinco millones de has de agricultura en el norte y el oeste de la región pampeana.

En las últimas décadas la preocupación ambiental comenzó a fortalecerse en todo el mundo, principalmente por causa de la devastación acelerada de bosques, selvas y biomas de todo tipo, así como por la creciente contaminación ambiental. En la medida en que el conocimiento de la problemática ambiental se consolidó, la agricultura paso a ser reconocida como una actividad que degrada de forma significativa el medio ambiente además de usar recursos naturales en gran escala, incluyendo aquellos no renovables. Esto se explica por ser la agricultura la actividad humana que más destruye habitats para abrirse espacio, la que utiliza más tierras y la que mas agua demanda, hecho crítico adonde ésta escasea y debe repartirse entre otras necesidades, urbanas, pecuarias, etc. De esa forma la agricultura entre todas las actividades realizadas por el hombre es la de mayor costo ambiental. Es la actividad que usa recursos naturales no renovables degrada el suelo y los recursos hídricos y es poluente.

La Argentina como otros países de la región del Mercosur, como Paraguay, Bolivia y Uruguay por no mencionar el milagro de transformación de los Cerrados en Brasil, son grandes productores y exportadores de alimentos para el mundo. En las próximas décadas se asistirá a una gran expansión para sostener el crecimiento de estas actividades motorizadas por las demandas de los mercados nacionales y mundiales de alimentos y ahora de energía. Esto implica la necesidad de abrir nuevas áreas vírgenes a la producción y expandir sus fronteras agropecuarias así como aumentar la productividad en aquellas ya desarrolladas, lo que indefectiblemente contribuirá a presionar sobre el medio ambiente.

Existe por lo tanto una necesidad primaria de medidas que concilien el desarrollo con la preservación ambiental, de forma de revertir o mitigar el proceso de degradación en curso. No es tarea fácil considerando que las características de la agricultura son su distribución y gran dispersión territorial, los conflictos con las actividades actuales de la población ocupante, ya sea extractiva (madera, carbón, leña), o ganadería tradicional y la creciente recuperación de los valores de renta de la tierra (Figura 1).






Normalmente la expansión la llevan a cabo agricultores empresarios de otras regiones que "colonizan" las áreas nuevas de riesgo con inversiones importantes. El fenómeno se dio en Paraguay con agricultores brasileños en los 80, en el norte de Argentina con productores de Córdoba o de Santa Fe en los 90 y en Uruguay con productores argentinos desde la imposición de las retenciones en el país. Por la tradición y la naturaleza de la expansión, siempre es más fácil ocupar nuevas áreas sin tomar mucho en cuenta disposiciones legales, sumado al hecho difuso de los problemas ambientales, las asimetrías en las legislaciones de las distintas provincias y países y por el aislamiento en que vive la población rural.



El costo del impacto ambiental

Cualquier actividad humana tiene un costo ambiental que puede reducirse pero no eliminarse totalmente. Lo que se busca dentro del concepto de desarrollo sustentable1 es la minimización de la destrucción y de la reducción del uso de recursos naturales no renovables, la disminución de la contaminación y polución, y aumento del reciclado.

Como cultivo anual el principal problema ambiental es la erosión del suelo, lo que no es un problema específico de la soja, pero sí se la asocia con un problema ambiental real como es el desmonte, y otro falso, asociado con el cultivo de los transgénicos falsamente transformado en un asunto ambiental, sobre todo en Brasil y Paraguay.

El fenómeno de extracción de nutrientes es un tema difícil de resolver, ya que los suelos en algunos casos son muy fértiles y no hay necesidad económica de reponerlos; dicho de otra manera, si se fertiliza no hay respuesta y el gasto en abonos no se recupera. En otros casos, los suelos son tan poco fértiles o ácidos que si no se agregan fertilizantes o se encala no se produce con suficiente rentabilidad. En estos casos, el impacto ambiental es positivo, en la medida que el agregado de nutrientes sea balanceado y no es exceso.

En el caso del desmonte la preocupación alcanza a áreas frágiles en las yungas en el norte argentino volviéndose una cuestión muy sensible a los medios. La realidad es que el desmonte tiene muchas motivaciones incluyendo la extracción de madera, reemplazo con pasturas, y en algunas regiones uso urbano, construcción de caminos y otras actividades. No es lo mismo tampoco, la diversidad de especies de la selva amazónica que capoeiras degradadas. Así como tampoco la de la selva de altura de las yungas y los espinales del chaco. Tampoco se puede hablar del mismo riesgo e impacto ambiental en zonas subhúmedas o semiáridas que las zonas del chaco húmedo.

En el caso de Brasil y Paraguay, (Figura 2) por ejemplo, son procesos de muy larga data que vienen desde la época de la conquista y nunca se detuvo. Solo ahora hay una legislación suficiente para disciplinar el proceso, pero las extensiones son enormes y los recursos humanos y materiales de los gobiernos son insuficientes para reducir la tasa de desmonte a límites aceptables.





















Figura 2. Avance de la deforestación en el Paraguay Oriental. El área con cobertura boscosa que en 1945 era del 55 %, en 1997 se redujo al 16 % (Fuente Cooperación Técnica Paraguayo Alemana. 2005. Proyecto Sistema Ambiental de la Región Oriental (SARO)..

 

Todos concuerdan en que esos desmontes irracionales son excesivos y descontrolados, ya que no se salvan siquiera las áreas ribereñas de los ríos y arroyos, llegando las topadoras hasta el borde de las barrancas, con grandes desperdicios y muy poca madera que se aprovecha. A pesar de esta realidad no es fácil probar cuanto de este desmonte se realiza para sembrar soja, y si así fuera cuanto de ésta área se realiza dentro de la ley y cuanto no. Muchas veces, es la soja el cultivo que ocupa estas áreas ya desmontadas y estériles devolviéndolas al proceso productivo, como ocurre en gran parte de las áreas desmontadas del Amazonas.



Externalidades

Como comentamos, el proceso ambiental de mayor impacto de la agricultura en regiones nuevas es la erosión del suelo que tiene a su vez múltiples consecuencias a saber: pérdida de fertilidad, menor infiltración, y reposición de los acuíferos subterráneos y consecuentemente aumento de los sedimentos en los ríos, y por estas razones menores lluvias en las estaciones secas y crecidas mas intensas en las épocas de lluvias. En este contexto la soja ocupa un lugar fundamental en las rotaciones ya que prácticamente en su totalidad se realiza en sistemas de siembra directa, mitigando con este sistema la erosión y estimulando la infiltración del agua en el suelo.

Nadie discute tampoco el crédito ambiental innegable de la fijación de nitrógeno del aire que facilita en el balance un menor uso de fertilizantes nitrogenados. Así se economiza gas natural que de otra manera seria usado en la fabricación de estos fertilizantes necesarios si no existiese la fijación biológica del N.

El contenido de N en la soja producida en la campaña 2005 puede estimarse en millones de toneladas, que si éste fuese convertido en fertilizante representaría cerca de 1,293 millones de dólares , o lo que el productor necesitaría gastar en la compra de fertilizantes para producir soja. El beneficio se traduce en un menor precio intrínseco de la soja, factor fundamental para la producción de la proteína vegetal más barata del mundo; ventaja que es trasferida para toda la cadena de la soja así como subproductos importantes como es el caso de carnes de aves y cerdos y otros productos.

Otras cuestiones atribuidas a la soja fueron paulatinamente desmitificadas. En las cuestiones de interés social la problemática del desarrollo sustentable hace referencia a la soja ya que el cultivo es acusado de no crear empleos. Un típico caso de usar herramientas del pasado para problemas actuales. Hoy en EEUU los agricultores son menos del 2 % de su población, y tienen una de las producciones mas eficientes del mundo, ya sea se mida por capita o por hectárea. O por ejemplo el caso de Brasil, que tiene el 81 % de su población urbana y la mayor parte de su población rural vive en el nordeste semiárido donde no se siembra soja. En Argentina con una producción de más de 40 millones de t de grano se crea riqueza en una gran región, con una extensa cadena productiva y con un gran número de subproductos; no puede sino crear innumerables puestos de trabajo.

En su fase de producción es cierto que el cultivo es mecanizado, lo que es una exigencia para competir en mercados internacionales, pero la mano de obra es más especializada. Además en esta observación simplificada se omite la complejidad de la agricultura y el efecto de derrame en las economías de las ciudades y pueblos vinculadas a los productos que genera la soja; muchas empresas y trabajos están en estas ciudades y no tienen nada que ver con la soja, pero no existirían sin ella.

 

Finalmente

La rápida expansión y desarrollo de la agricultura en estas regiones del norte Argentino y países vecinos es impresionante y no registra antecedentes similares en otros lugares del mundo. Las ventajas son indudablemente el menor costo de producción y la disponibilidad de tierras, aun a riesgo de desequilibrios ambientales severos, sobre todo si implican el desmonte de áreas con alta biodiversidad o de áreas frágiles subhúmedas/semiáridas con isohietas lábiles y cambiantes año a año. Sostener la competitividad natural de estas regiones es un importante desafío para los técnicos y productores.

Imaginar un sistema productivo económico en un medio ambiente conservado y con armonía social es el camino de la búsqueda de un desarrollo sustentable. Existen muchos modelos de desarrollo para distintos cultivos y algunos integrados con la producción animal. El productor es el actor fundamental del proceso y de los distintos abordajes la producción integrada aparenta ser el mejor garante de la sustentabilidad, que deberá incluir principios de trazabilidad, manejo de la flora, del agua y del suelo según principios técnicos, y posible de ser evaluados por indicadores.

23/8/10

Amenaza con contaminar los acuíferos de Argentina

El sistema de Siembra Directa amenaza con contaminar los acuíferos de Argentina. Los científicos que alertan sobre este problema son intimidados. Una actividad concentrada que viola a la legislación internacional.

El sistema de Siembra Directa amenaza con contaminar los acuíferos de Argentina

Ya todos sabemos que la Siembra Directa (SD) o “siembra sin laboreo” viene de la mano de la utilización de herbicidas cuyo compuesto principal es el “glifosato”. En Argentina se rocían anualmente más de 220 millones de litros de herbicidas, sólo para los cultivos de soja y maíz, en algo más de 22 millones de hectáreas.

Estos números siguen incrementándose, ahora también de la mano de la SD en arroz, en donde la siembra tradicional –que prescindía del “glifosato”- casi dejó de existir.

La SD en arroz fue desarrollada por empresas como Copra SA –cuyo titular es el vicepresidente del Grupo Clarín, José Aranda- y Adecoagro –del financista húngaro George Soros-, que integran el Consorcio Regional de Experimentación Agrícola (CREA) Avatí-í. Este planea la construcción de una represa sobre el río Ayuí, en la provincia de Corrientes, para regar 18 mil hectáreas de plantaciones, para producir 120 mil toneladas anuales de granos con destino a la exportación, el emprendimiento arrocero privado más importante del Mercosur.

De la mano de la SD, la actividad arrocera se está expandiendo fuera de las tradicionales regiones productoras del grano –las provincias de Entre Ríos y Corrientes- hacia las provincias de Chaco, Formosa, Misiones y Santa Fe, poniendo en riesgo la mayor parte de los “humedales” del país, esto es, bañados, esteros, pantanos, ciénagas.

La importancia de los “humedales” es altamente reconocida, son los sitios de mayor biodiversidad y recarga de los acuíferos. Por lo que poner en contacto el “glifosato” y otros herbicidas con el agua es por demás preocupante.

El “glifosato” es sólidamente cuestionado por afectar a la salud y al ambiente por algunos científicos, como Andrés Carrasco –director del Laboratorio de Embriología Molecular de la Universidad de Buenos Aires (UBA)-, lo que le valió un duro ataque de las cámaras patronales sojeras.

Este duro ataque se reeditó recientemente en la provincia de Chaco el pasado 7 de agosto, cuando una exposición suya, junto Hugo Lucero –jefe del Laboratorio de Biología Molecular de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE)-, fue abortada violentamente por un grupo de personas –ahora vinculadas al sector arrocero- que amenazaron y golpearon a parte de la comitiva que lo acompañaba, debiendo hacerse presente personal de la policía de la provincia y de Gendarmería Nacional.

Si ya estamos forzando la frontera agrícola hasta límites insospechados por la implementación de la SD de soja –que relegó a la ganadería a zonas marginales o a lotes de corral (“feedlots”), que destruyó bosques y que desplazó poblaciones-, pareciera ser que la próxima frontera son los “humedales”, esas zonas que se inundan permanente o intermitentemente.

Y si se inundan, estamos hablando de agua, un bien común que recientemente la Asamblea General de Naciones Unidas (ONU) aprobó con mayoría la propuesta –presentada por Bolivia y respaldada por otros treinta y tres Estados- de declarar el acceso al agua potable como Derecho Humano (DDHH). Tener en casa agua potable y limpia es ahora un derecho que debe cumplirse en todo el mundo, sin embargo, parece que lo estamos hipotecando. www.ecoportal.net

18/8/10

Alertan: El glifosato produce malformaciones

El glifosato produce malformaciones en embriones anfibios y sus efectos alertan sobre las consecuencias en humanos. Una revista científica acaba de publicar el trabajo del argentino Andrés Carrasco, que estudió el efecto del agroquímico.

“Concentraciones ínfimas de glifosato, respecto de las usadas en agricultura, son capaces de producir efectos negativos en la morfología del embrión (anfibio), interfiriendo mecanismos normales del desarrollo embrionario”, alertó en abril de 2009 el jefe del Laboratorio de Embriología Molecular de la UBA e investigador principal del Conicet, Andrés Carrasco. Fue la primera vez que un estudio de laboratorio de Argentina confirmaba el efecto perjudicial del agroquímico pilar del modelo de agronegocios. Luego del anuncio, Carrasco fue blanco de una campaña de desprestigio por parte de las empresas del sector, medios de comunicación y funcionarios. Aunque el científico aclaró que se trataba de un avance de investigación, el principal cuestionamiento fue la falta de publicación en una revista científica, que –según los sostenedores de los agronegocios y buena parte del mundo académico– sería lo que otorga validez al saber científico. Un año y medio después de aquella alerta, el lunes último, la revista estadounidense Chemical Research in Toxicology (Investigación Química en Toxicología) publicó la investigación de Carrasco, donde se confirma que el glifosato produce múltiples malformaciones y, con análisis científicos como prueba, advierte: “Los resultados comprobados en laboratorio son compatibles con malformaciones observadas en humanos expuestos a glifosato durante el embarazo”.

El Laboratorio de Embriología Molecular cuenta con veinte años de trabajo en investigaciones académicas, funciona en el ámbito de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y es un espacio de referencia nacional en el estudio científico, conformado por doctores en bioquímica, genética y biología. Durante 30 meses estudió el efecto del glifosato en embriones anfibios y de pollos. “Herbicidas basados en glifosato producen efectos teratogénicos en vertebrados interfiriendo en el metabolismo del ácido retinoico”, es el título de la investigación, que confirma deformidades producidas por el agroquímico en concentraciones de hasta 5000 veces menos que el producto comercial (500 veces menos de las utilizadas en agricultura).

Las diez páginas de la revista científica están plagadas de términos técnicos que, de distinto modo, dan cuenta del efecto negativo del agroquímico: microftalmia (ojos más pequeños de lo normal), microcefalia (cabezas pequeñas y deformadas), ciclopía (un sólo ojo, en el medio del rostro, malformación conocida en clínica médica), malformaciones craneofaciales (deformación de cartílagos faciales y craneales) y acortamiento del tronco embrionario. Y no descarta que, en etapas posteriores, se confirmen malformaciones cardíacas.

“Los embriones más gravemente afectados carecen de ojos y fosas nasales (...) El glifosato interfiere con mecanismos esenciales del desarrollo temprano conduciendo a malformaciones congénitas”, explica la investigación, publicada en la revista científica Investigación Química en Toxicología (Chemical Research in Toxicology), de la Sociedad Americana de Química (ACS, por sus siglas en inglés, entidad con sede en Estados Unidos, que cuenta con más de 160.000 miembros y es una sociedad científica referente a nivel mundial).

Argentina cuenta en la actualidad con 19 millones de hectáreas de soja transgénica, el 56 por ciento de la superficie cultivada del país, y 190 millones de litros de glifosato, donde la marca comercial más famosa es el Roundup, de la compañía Monsanto, que comercializa la semilla de soja resistente al agroquímico. También producen glifosato las empresas Syngenta, Atanor, Dupont y Bayer, entre otras. El químico se utiliza en la producción de arroz, donde también acumula denuncias por sus efectos sanitarios.

El agroquímico tiene la propiedad de permanecer extensos períodos en el ambiente y viajar largas distancias arrastrado por el viento y el agua. Se rocía (vía aérea o terrestre) sobre los campos. Lo único que crece en la tierra rociada es soja transgénica, el resto de los vegetales absorbe el veneno y muere en pocos días. La publicidad de las empresas clasifica al glifosato como inofensivo para al hombre.

“El efecto (del glifosato) sobre embriones abre la preocupación acerca de los casos de malformaciones en humanos observados en poblaciones expuestas en zonas agrícolas”, remarca la revista científica y explica: “Debido a defectos craneofaciales observados en seres humanos de zonas agrícolas decidimos explorar si los genes implicados en el desarrollo de la cabeza son alterados con el agroquímicos. Confirmamos que tanto la marca comercial como el glifosato puro producen defectos cefálicos”.

Los resultados experimentales se realizaron en embriones anfibios y de pollos, modelos tradicionales de estudio en embriología cuando se investigan trastornos en el desarrollo de vertebrados. “Debido a la conservación de los mecanismos que regulan el desarrollo embrionario de los vertebrados, los resultados de ambos modelos (anfibios y pollos) son equivalentes con lo que sucedería con el desarrollo del embrión humano”, explica el profesor de embriología de la UBA e investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).

La revista científica señala que se avanzó en un hecho inédito, de particular interés para el ámbito científico, que es vincular las malformaciones con la incidencia del glifosato en el aumento del ácido retinoico (derivado de la vitamina A, normal en todos los vertebrados y esencial para la regulación correcta de los genes involucrados en la vida embrionaria). “Pequeñas variaciones de ácido retinoico producen malformaciones. Nuestro trabajo es la primera evidencia de que las malformaciones producidas por el glifosato se asocian con el ácido retinoico”, explicó Carrasco a Página/12.

Luego de detallar hasta el extremo las formas de cómo se realizaron los análisis, la investigación problematiza los aspectos macro de la problemática argentina: “El modelo agrícola basado en el paquete tecnológico de OMG (Organismos Genéticamente Modificados) en la actualidad se aplica sin evaluación crítica, sin normas rigurosas y sin información adecuada acerca del impacto de las dosis subletales sobre la salud humana y el medio ambiente”.

La investigación –que lleva la firma de todo el equipo científico de Carrasco– recuerda que en la última década varios países de América latina iniciaron estudios sobre las consecuencias ambientales del uso de herbicidas y pesticidas y destaca que en Paraguay un estudio epidemiológico en mujeres expuestas durante el embarazo a los herbicidas confirmó 52 casos de malformaciones.

También remarca que Argentina cuenta con antecedentes que debieran haber llamado la atención de los organismos de control. Destaca el aumento en la incidencia de malformaciones congénitas informado desde hace cinco años por el bioquímico y jefe del Laboratorio de Biología Molecular de la Universidad Nacional del Nordeste, Horacio Lucero, y la situación del barrio cordobés Ituzaingó Anexo (rodeado de soja y donde se detectaron casos de malformaciones y repetidos abortos espontáneos).

“Estos hallazgos se concentran en familias que viven a escasos metros de donde regularmente se rocían los herbicidas. Toda esta información es extremadamente preocupante por riesgo de inducir alteraciones en la gestación humana”, confirma la publicación internacional, recuerda que la literatura científica ya comprobó que los factores ambientales inciden durante el embarazado y, sobre todo, remarca que “la placenta humana ha demostrado ser permeable al glifosato”.

El trabajo del Laboratorio de Embriología de la UBA hace especial hincapié en el “principio precautorio”, legislado en la Ley Nacional del Ambiente, que insta a tomar medidas protectoras toda vez que existan posibilidades de perjuicio ambiental y sanitario. La investigación de Carrasco, que aporta nuevos elementos de prueba, cuestiona que “a pesar de todas las pruebas reportadas en la literatura científica y las observaciones clínicas en el campo, no se ha activado el principio de precaución con el fin de darse cuenta de la profundidad del impacto sobre la salud humana producida por herbicidas en la agricultura basados en OGM”.

Andrés Carrasco insistió en que su publicación científica es, junto a otros estudios ya realizados, “un alerta que reclama la aplicación del principio precautorio en todo el país” y adelantó a Página/12 que puso su investigación a disposición de las autoridades del Conicet y de los ministros de Salud (Juan Manzur) y Ciencia (Lino Barañao). “Esta investigación, junto con otras ya existentes, deben invitar de forma urgente a un debate abierto a la sociedad con las máximas autoridades -reclamó–. Es necesario terminar con el silencio, ya que la peor de las situaciones es la negación de lo que está sucediendo en las poblaciones sometidas al impacto de los agroquímicos.

Maltratan a los pueblos de América Latina

Europa y sus transnacionales maltratan brutalmente a los pueblos de América Latina

Esto lo subrayo y lo pongo en negrita estimados amigos/as: Es por eso mi preocupación por el cuidado de la naturaleza, y espero que nosea solo mi preocupación como uno de los comentarios que recibi que decia que estaba muy lindo el blog y la preocupación que tenia, pues perdón por la Ofensa pero somos Bastantes IGNORANTES EN EL TEMA ME PARECE, no vemos que es lo que esta pasando en los pueblos de América Latina, yo se que a muchos no les interesara este tema pero les recuerdo que si tienen que conocer que es lo que esta pasando en nuestro paises de América Latina.
Cuando comenzemos a cambiar nuestra forma de Pensar, comenzaremos a construir un País Mejor para todos/as.


La Unión Europea (UE) y sus Estados miembros son cómplices de gravísimas violaciones de los derechos humanos fundamentales cometidas por las empresas transnacionales europeas (ETN) en los países de América Latina (AL), las cuales pueden ser calificadas como “crímenes contra la humanidad”, sentenció el Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP) en mayo de 2010 en España.

Luego de un largo proceso de investigación y audiencias públicas iniciado en Viena a finales de 2006, y que continuó con varias audiencias temáticas entre 2006 y 2008 en Colombia y Lima, el TPP sesionó en el Auditorio de la Facultad de Matemática de la Universidad Complutense de Madrid entre el 14 y 17 de mayo, y emitió una sentencia condenatoria referida específicamente a las acciones de las ETN de Europa en AL, en particular de las empresas españolas, responsables del 50% de las inversiones en Latinoamérica.

La sentencia provisional del TTP recalca que todos los casos examinados evidencian la ilegalidad e impunidad generalizadas con las que actúan las ETN europeas, con el apoyo y la permisividad de la UE, de sus Estados miembros, y de las instituciones financieras internacionales y bancos multilaterales como el BID, el Banco Mundial, Banco Europeo de Inversiones (BEI) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), entre otros.

Subraya el TTP que es imprescindible entender que este apoyo y la manifiesta interdependencia y tráfico de influencias entre las instituciones europeas y los lobbies empresariales ha significado el desmantelamiento de la arquitectura institucional de los Estados latinoamericanos, el debilitamiento progresivo de su soberanía política, económica, social y ambiental, y una grave vulneración de los derechos humanos de sus pueblos.

Pese a que el sistema internacional integrado por la ONU y la UE proclama y legitima la defensa de los derechos humanos, las prácticas y normas de algunas instancias del propio sistema como el Banco Mundial, el BEI, el CIADI y la OMC se rigen exclusivamente por reglas del mercado que contradicen e impiden el pleno vigor de los derechos humanos.

La UE ha creado un régimen jurídico internacional diseñado para extender su poderío económico en el mundo e internacionalizar los intereses particulares de sus empresas privadas en diversas áreas estratégicas como los recursos naturales, la energía, el comercio, los servicios públicos y las inversiones.

Esta política ha permitido el crecimiento de las economías europeas con consecuencias dramáticas en Latinoamérica. El TTP constató la “enorme paradoja” de que la apropiación y explotación de recursos naturales por parte de las ETN europeas no solamente no supuso ninguna mejora en la calidad de vida de las comunidades, sino que, con mucha frecuencia, les privó el acceso a recursos básicos y limitó sus derechos humanos, incluido su derecho a la vida.

Las transnacionales europeas “maltratan brutalmente” a los seres humanos sudamericanos que fueron expulsados de sus tierras y privados de medios de vida tradicionales; y también mellan su dignidad como sujetos con derechos, reduciéndolos a la condición de simples objetos, al mismo nivel de la tierra removida por bulldozers y de los árboles talados por sierras mecánicas, deplora el TTP.

Lo más grave de todo es que la UE promociona el principio de “responsabilidad social empresarial” unilateral y no exigible jurídicamente, intentando legitimar y cubrir con un maquillaje ético las actividades de las ETN; y al mismo tiempo obstaculiza cualquier tipo de normativa internacional de carácter vinculante que establezca responsabilidades y sanciones y les exija en el cumplimiento de derechos humanos consagrados en la legislación internacional.

Por todo ello, el TTP denuncia “la inmoral actitud de las corporaciones multinacionales de origen europeo por las graves, claras y persistentes violaciones de los principios, normas, convenios y pactos internacionales que protegen los derechos civiles, políticos, económicos, sociales, culturales y ambientales de las personas”.

Además, el TTP denuncia la “inmoral actitud de la Unión Europea por su implicación en la promoción y el mantenimiento de este estado de cosas (…) y por no adoptar las medidas que están a su alcance que pueden modificar radicalmente esta situación”.

Esto significa que la UE es cómplice de la comisión de graves impactos negativos sobre la calidad de vida de numerosas comunidades en distintos lugares del mundo, como por ejemplo la privación de recursos básicos necesarios para una vida digna, e incluso la comisión de gravísimas violaciones de derechos humanos “que cabe calificar de crímenes contra la humanidad”.

Además, el TTP denuncia la inmoral actitud de los Estados miembros de la UE por su apoyo incondicional a las ETN y el refuerzo de su impunidad, convirtiéndose de esta manera en cómplices de las violaciones de derechos humanos.

El Tribunal denuncia la inmoral actitud de los Estados receptores de las inversiones europeas que establecen un marco legal e institucional favorable a las mismas, permitiendo la violación de los derechos humanos, civiles, sociales o laborales de su propia población, y el deterioro de su propio medio ambiente.

En resumen, el TTP condena las inmorales conductas y prácticas políticas, económicas, financieras, productivas y judiciales del modelo neoliberal, fomentadas y desarrolladas por los Estados más industrializados y las instituciones internacionales.

Valoración jurídica de los hechos

La UE y sus Estados miembros conciben al desarrollo como el crecimiento económico sin límites, con clara primacía del crecimiento monetario y de la racionalidad financiera. Semejante crecimiento necesita de la expansión del mercado mundial, el determinante central, y de la imposición de la lógica del mercado internacional de capitales a la lógica general de la economía.

En la visión europea y del capitalismo en general, las prioridades son el crecimiento de las transacciones internacionales frente al de las internas; el aumento de las inversiones –financieras antes que productivas– frente al de la demanda; y la lucha antiinflacionaria para salvaguardar las ganancias de las inversiones en desmedro del pleno empleo.

Y es que la UE y sus Estados consideran que las ETN son los actores determinantes de la acción económica y la vanguardia del progreso económico y social. Prueba de ello es que más del 90% de los préstamos del Banco Europeo de Inversiones se destina a las ETN, mientras que varias agencias de cooperación para el desarrollo y hasta los fondos de pensiones europeos financian los negocios corporativos privados en América Latina.

Esta singular concepción del desarrollo y del interés de la Unión se evidencia en el documento Europa Global: Compitiendo en el Mundo (2006) de la Comisión Europea y en el Tratado de Lisboa. El fin último de estas políticas y del conjunto de directivas internas, acuerdos de asociación y promoción de inversiones, y tratados de libre comercio aprobados por la UE es asegurar ganancias a las ETN europeas.

Las políticas económicas europeas subordinadas a la lógica del mercado han sido muy eficaces, cumplieron el objetivo principal del crecimiento de las economías europeas y aumentaron la productividad y los ingresos en beneficio exclusivo de los oligopolios en áreas estratégicas como los servicios básicos, la energía, los servicios financieros, los agrocombustibles y la farmacéutica, entre otras.

Estas políticas diseñadas en función del interés privado contradicen abiertamente el pacto social europeo de la posguerra. El salario que se había transformado en motor de la demanda se ha convertido en un coste que hay que rebajar, mientras que se niegan los derechos sociales, se reduce el espacio de las libertades ciudadanas y se criminaliza a los movimientos sociales.

Se agravaron la pobreza, las discriminaciones y las desigualdades sociales, al tiempo que se radicaliza un régimen económico productivista y consumista que entró en contradicción con la sostenibilidad del ecosistema global.

En los últimos decenios, las ETN acumularon un poder político, económico y jurídico tal que les resulta muy fácil sustraerse al control jurídico y político de los Estados y que les permite actuar con un notable grado de impunidad.

Se ha desarrollado un ordenamiento jurídico global de carácter multilateral basado en reglas de comercio y de inversiones de carácter imperativo y coercitivo para defender los intereses de las ETN, pero no existe una norma de igual rango que les imponga obligaciones.

Las obligaciones de las ETN se remiten a ordenamientos nacionales y a una normativa internacional de derechos humanos manifiestamente frágiles, al tiempo que las empresas prometen obrar con “responsabilidad social corporativa”, un principio voluntario, unilateral y no exigible jurídicamente.

En los hechos, varios principios de los acuerdos de asociación y los TLCs de la UE con América Latina desplazan en la jerarquía normativa al derecho internacional de derechos humanos y al derecho internacional del trabajo, e inclusive a los sistemas judiciales de los Estados.

Los crímenes juzgados por el TPP

El TTP que sesionó en Madrid concluyó que más de 30 ETN europeas que operan en América Latina cometieron delitos contra la vida y contra los pueblos indígenas; violaron derechos laborales y destruyeron el medio ambiente y recursos naturales vitales; y vulneraron derechos de las generaciones futuras, una nueva categoría de perjuicios relacionados con el concepto de deuda ecológica.

a) Atentados contra la vida

Las empresas Impregilo, Monterrico, BP, ThyssenKrupp, Holcim y Unión Fenosa están implicadas en atentados contra la integridad física (secuestros, asesinatos y desaparición forzada de personas) con el uso de fuerzas paramilitares y empresas de seguridad privada.

Holcim y Gold Corp son acusadas criminalizar las protestas de comunidades que se oponen a la explotación de recursos naturales; y Unión Fenosa, Pluspetrol y BP, de alentar detenciones arbitrarias. Se acusa a Nestlé de aplicar estrategias de intimidación y de control de las organizaciones sociales europeas, llegando incluso al extremo de introducir infiltrados en estas últimas.

Atentaron contra la salud pública Aventis, Novartis, Pfizer, Waner Lambert y DuPont, que habrían obstaculizado el acceso a fármacos genéricos haciendo prevalecer derechos de propiedad intelectual por sobre los derechos humanos de buena parte de la población de África y América Latina. Se constató que el precio de fármacos fijado por grandes laboratorios transnacionales dueños de patentes es varias veces mayor que el de los mismos medicamentos producidos en Brasil, India, Sudáfrica y Tailandia.

Se constató la responsabilidad de Bayer en la privatización del agua y en la contaminación de acuíferos con sustancias tóxicas. GDF Suez, Banif-Santander fueron acusadas de contaminar aguas con metales pesados, destruir el sistema hídrico y provocar desplazamiento forzado de la población en el río Madeira de Brasil.

Aguas de Barcelona, Canal de Isabel II, GDF Suez y Unión Fenosa fueron implicadas en otras agresiones contra la vida, como por ejemplo la privatización de servicios públicos, aumento de tarifas, sanciones de reconexión y cortes de abastecimiento eléctrico.

b) Violaciones de derechos de los pueblos indígenas

Las empresas Canal de Isabel II, Peremco, Repsol, Endesa/Enel, Pluspetrol, Aremco y Dreyfus son acusadas de agresión cultural, invasión de territorios de pueblos indígenas, destrucción del medio ambiente y de los medios tradicionales de vida de aquéllos, imponiendo proyectos de exploración petrolera y expandiendo monocultivos para agrocombustibles.

c) Violación de derechos laborales

Telefónica, Pescanova, Hanes Brands, Dreyfus, Proactiva Medioambiente y Unión Fenosa son acusadas de violar los derechos a la libertad sindical y al trabajo.

d) Destrucción del medio ambiente y de recursos naturales vitales

Se certificaron casos de destrucción del medioambiente y de recursos vitales con la sobreexplotación acuífera, la inundación de tierras y la pérdida de peces que involucran directamente a Aguas de Barcelona, GDF Suez, Banif-Santander, Endesa/Enel e Impregilo.

Canal de Isabel II, Pescanova, Holcim, Dreyfus y Agrenco son acusadas de destruir el medioambiente con la producción de agrocombustibles; Syngenta mediante la experimentación con organismos genéticamente modificados, y Stora Enso con la producción de celulosa.

Pescanova, Dreyfus, Agrenco y Syngenta son acusadas de violar el derecho a la soberanía alimentaria.

e) Responsables del calentamiento global y deudores climáticos

El Tribunal consideró que muchos casos relacionados con la explotación de hidrocarburos, hidroelectricidad, energía eólica, agrocombustibles, carbón y corredores eólicos evidencian el surgimiento de una nueva categoría de vulneración de derechos relativos a la naturaleza en perjuicio de las generaciones futuras, de acuerdo con los conceptos de deuda ecológica y justicia climática.

Las empresas acusadas de este nuevo tipo de violación de derechos humanos son Louis Drayfus, ThyssenKrupp, Perenco, Repsol, Endesa/Enel, Sogamoso, e Impregilo.

La necesidad de un nuevo marco normativo

Existe una conciencia generalizada de que los sistemas penales convencionales, pesadamente burocráticos, siguen sin tratar adecuadamente a las víctimas. Por ello es cada vez más amplia la corriente de opinión que demanda reformas.

La justicia convencional tiende a considerar a la víctima como “el perjudicado”, cuya máxima aspiración es recibir una reparación económica. Este modo de ver es ciertamente reductivo, pues no contempla la vertiente moral del problema ocasionado por la acción injusta o el delito.

A diferencia de las víctimas en sistemas procesales convencionales, los afectados por las atrocidades de las empresas transnacionales están condenados a la invisibilidad, e inclusive carecen del derecho a ser siquiera formalmente tratados como víctimas.

Se trata de víctimas colectivas de acciones depredadoras masivas e impunes que inciden no sólo en existencias individuales, sino en la base misma de las formas de vida de comunidades rurales: la tierra que trabajan, el aire que respiran, el agua que secularmente ha cubierto sus necesidades elementales.

El padecimiento de estas poblaciones es material y práctico, y también cultural, ya que ni siquiera se les reconoce como sujetos dignos y libres con derecho a la autodeterminación, un valor que connota a la persona por el mero hecho de serlo y que hace de ella un fin, excluyendo como ilegítimo cualquier uso instrumental de la misma para otros ajenos, explica el TPP.

Estas personas han carecido en absoluto de la posibilidad real de ser oídas debido a la estrecha trama de acciones, omisiones y complicidades que integran las estrategias económicas de la UE, masivamente lesivas de derechos básicos, y a los vacíos del derecho internacional que es su principal caldo de cultivo.

Las comunidades afectadas tienen derecho a una reparación integral. Esto supone adoptar medidas preventivas que alivien su sufrimiento y que garanticen la no repetición de muertes y destrucción; y sobre todo transformar las condiciones socioeconómicas que han sido el caldo de cultivo para la explotación de sectores enteros de la población.

Es urgente y necesaria la redefinición de las reglas económicas y la adopción de un nuevo modelo de desarrollo que se base en la justicia social, el respeto y defensa de los derechos humanos, sociales y medioambientales, y en la convivencia en armonía con la naturaleza, de tal forma que la vida –y no el lucro– sea el eje central de todas las actividades económicas.

El TPP no habla de un mercado autorregulado por un código de buena conducta y responsabilidad social y medioambiental definido por las empresas, sino de un nuevo cuadro jurídico vinculante en el marco del derecho internacional que imponga normas de conducta a las ETN.

Según el TPP, el primer paso en la gestación de un orden mundial diferente es el establecimiento de un cuadro de referencia jurídica que reafirme una jerarquía de normas, partiendo del principio de que los derechos del ser humano están en la cúspide de la pirámide normativa.

Es imperativo aplicar de manera efectiva un marco normativo de las relaciones internacionales que defienda la dignidad humana, la soberanía de los pueblos y el derecho de autodeterminación como valores supremos, subordinando los derechos individuales a los derechos colectivos.

Esto significa limitar la libertad económica y el derecho a la propiedad individual. Los intereses y los derechos individuales deben subordinarse al interés general, cumplir una función social y ecológica, y respetar lo dispuesto por los tratados internacionales de derechos humanos.

Es responsabilidad de todos los Estados, las instituciones y los actores de la comunidad internacional promover este nuevo marco normativo que imponga a las ETN y al capital financiero responsabilidades sociales y medioambientales, y les obligue a respetar la Declaración Universal de los Derechos Humanos y sus prolongaciones, en particular el PIDESC.

El TPP recuerda a la UE, a sus Estados miembros y a las ETN que están normativamente obligados a redefinir sus políticas, y particularmente su relación con América Latina, en cumplimiento del artículo 1 de la Carta de los Derechos Fundamentales de la UE, que exige respetar la “dignidad inviolable” como atributo incancelable del ser humano.

El Artículo 10A del Tratado de la UE modificado por el Tratado de Lisboa establecen que la acción de la Unión en la escena internacional se basará en los principios de “la democracia, el Estado de Derecho, la universalidad e indivisibilidad de los derechos humanos y de las libertades fundamentales, el respeto de la dignidad humana, los principios de igualdad y solidaridad y el respeto de los principios de la Carta de las Naciones Unidas y del Derecho internacional”.

Atribución de responsabilidades

El TPP identifica varios niveles de responsabilidad de las ETN, de los Estados europeos y de la propia Unión Europea, cuyo deber es proteger los derechos humanos, previniendo y sancionando las violaciones de agentes privados.

El Estado de origen o matriz de la ETN y la propia UE pueden ser cómplices de violaciones de derechos humanos cometidos por sociedades transnacionales, ya sea por “cooperación necesaria” cuando facilitan las actividades ilegales (mediante normas y tratados como los TLC y TPPI), o también por omisión cuando no impiden dichas actividades ilegales.

El incumplimiento de proteger derechos genera una responsabilidad por omisión del deber, y una responsabilidad por acción cuando se favorece a las empresas y se estimula la violación mediante la concesión de licencias de operación, la flexibilización de normas laborales, medioambientales y tributarias, etc.

En ese marco, el TPP pide a las instituciones de la UE que establezcan un Centro de Empresas Transnacionales encargado de investigar e inspeccionar las prácticas de las ETN; y un sistema obligatorio de informes periódicos de cumplimiento de normas básicas de derechos humanos y de protección del medio ambiente para las empresas que contraten con la UE o que reciban cualquier tipo de ayuda.

Además, se pide al Consejo de Derechos Humanos de la ONU que elabore un Código de Conducta obligatorio para la ETN y un mecanismo internacional de supervisión que podría tomar la forma de Tribunal Económico Internacional encargado de determinar reparaciones civiles para víctimas individuales o colectivas.

También se propone designar a un Relator Especial para que desarrolle y acuñe el nuevo concepto de “deuda ilegítima, social, ecológica e histórica”; y se recomienda modificar el Estatuto de la Corte Penal Internacional para ampliar la competencia de personas jurídicas y tipificar crímenes contra el medio ambiente y otros Derechos Económicos, Sociales y Culturales.

Finalmente, el TPP destaca la nueva y relevante subjetividad de las comunidades, pueblos indígenas y de todas las víctimas colectivas de las ETN, que más allá de simples “perjudicados” en el sentido procesal del término, se convierten en los “verdaderos sujetos históricos” que se enfrentan a la moderna explotación capitalista, y luchan contra la injusticia global en beneficio de todos.

Por esa su condición protagónica como agentes de resistencia y transformación social, el TPP reconoce plenamente el derecho de las víctimas del capital transnacional a organizarse y movilizarse en defensa de sus territorios, su derecho a la autodeterminación, su cultura y su forma de vida, y de sus derechos civiles, políticos, económicos, sociales, culturales y ambientales.

2/8/10

Industria de los transgénicos y sus mentiras

Un nuevo informe de Amigos de la Tierra muestra el fracaso y las mentiras de la Industria de los transgénicos.

Los cultivos transgénicos alimentan a las multinacionales, no a las víctimas de la crisis alimentaria.

Amigos de la Tierra demuestra en un nuevo informe que los cultivos transgénicos están beneficiando a las multinacionales y no a los pequeños campesinos ni a las personas que sufren hambre, casi mil millones de personas por la última crisis alimentaria. Se demuestra también como la industria de los transgénicos truca las cifras para dar la sensación de que sus productos son cada vez más aceptados. Todo esto casi un año después de la publicación de una evaluación de la ONU que concluye que los cultivos transgénicos no suponen una solución para aliviar el hambre ni la pobreza.

El nuevo informe de la Federación Amigos de la Tierra Internacional “¿Quién se beneficia de los cultivos transgénicos? [1] muestra como la subida de los precios de los alimentos básicos por la crisis alimentaria mundial ha permitido a las multinacionales como Monsanto acumular beneficios record, aumentando de forma exponencial el precio de las semillas transgénicas y de los agroquímicos que venden a los agricultores. Monsanto anunció en Enero que sus beneficios del último trimestre se habían casi triplicado, y que su beneficio neto está previsto que se triplique desde los 984 millones de dólares en 2007 hasta los 2960 millones en 2010.

“Los cultivos transgénicos son para alimentar a los gigantes de la industria biotecnológica, no a los pobres” afirmó Nnimmo Bassey, Director Ejecutivo de Amigos de la Tierra Nigeria y Presidente de Amigos de la Tierra Internacional. “La semillas transgénicas y sus pesticidas asociados son excesivamente caros para los pequeños campesinos de África. Los promotores de esta tecnología en los países empobrecidos están totalmente fuera de contacto con la realidad”.


Monsanto es la mayor empresa mundial de semillas, y prácticamente ostenta el monopolio de la tecnología transgénica. Las semillas modificadas genéticamente cuestan entre dos y cuatro veces más que las semillas convencionales. Monsanto también comercializa el Roundup, el herbicida más vendido en el mundo.

“Gracias en gran medida a Monsanto, los agricultores estadounidenses están afrontando incrementos dramáticos en los precios de las semillas transgénicas y en los químicos asociados” afirmó Bill Freese, del Centro por la Seguridad Alimentaria de EE.UU. “Los agricultores de países del Sur que se acojan a esta tecnología de Monsanto y otras multinacionales no pueden sino esperar la misma suerte, incrementos brutales del precio de las semillas y de los pesticidas, y un descenso radical en la disponibilidad de semillas no transgénicas.”

El coste de las semillas transgénicas no es el único problema. Los cultivos transgénicos no se cultivan ni están diseñados para aliviar la pobreza. La inmensa mayoría son soja y maíz destinados a alimentación del ganado y producción de agrocombustibles en países desarrollados.

EE.UU. produce más del 50% de los cultivos transgénicos a nivel mundial. Y cerca del 90% del área global cultivada con transgénicos está en 6 países americanos (EE.UU., Canadá, Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), países con un sector agrícola altamente industrializado y orientado a la exportación. En Europa, donde el cultivo de transgénicos supone una parte marginal de la agricultura, las multinacionales inflan las cifras para maquillar la realidad. El único cultivo autorizado es un maíz, que supone tan solo el 0,21% de la superficie agrícola en la UE. España es el único país europeo que lo cultiva a gran escala, con más de 80.000 hectáreas en 2008. Siete países europeos han prohibido el cultivo de este maíz por sus impactos ambientales e incertidumbres sobre la salud.

El lobby de la industria europea, EuropaBio, alega un 21% de incremento en la superficie de transgénicos en Europa respecto a 2007, cuando en realidad se ha producido un 2% de descenso. El truco es tan simple como eliminar de los cálculos a Francia, el último país en prohibir el cultivo de transgénicos [2].

“Los transgénicos no están haciendo nada por solucionar los problemas de los pequeños agricultores, ni en el Sur ni en Europa. Y es bochornoso utilizar la lucha contra el hambre para promocionar un negocio multimillonario, con graves impactos ambientales y sociales, y alarmantes riesgos para la salud” añadió David Sánchez, de Amigos de la Tierra España.

A pesar de más de una década de propaganda, la industria no ha introducido ni un solo cultivo transgénico que incremente los rendimientos, que sea más nutritivo, resistente a la sequía o a la salinidad. Los transgénicos disponibles hoy en día siguen siendo en un 80% resistentes a un herbicida, lo que ha disparado el uso de agroquímicos en los países productores. El resto son resistentes a insectos.

La apuesta por los transgénicos ha oscurecido el gran potencial de la agricultura agroecológica, de bajo coste, para la producción de alimentos y aliviar el hambre. Un esfuerzo de cuatro años por parte de la ONU, la “Evaluación Internacional del Papel del Conocimiento, la Ciencia y la Tecnología en el Desarrollo Agrícola” (IAASTD en sus siglas en inglés), que implico a 400 expertos de múltiples disciplinas, gobiernos y multinacionales, recomendó una apuesta por los métodos agroecológicos, que ofrecen incrementos en la productividad sin semillas ni químicos caros, y una reforma de las injustas normas de comercio internacional
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