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2/1/11

Comercio justo implica incorporar la perspectiva de la soberanía alimentaria

A día de hoy hablar de comercio justo implica incorporar la perspectiva de la soberanía alimentaria. Ambos conceptos están estrechamente unidos y el primero no es posible sin asumir las premisas del segundo.

Cuando nos referimos al comercio justo consideramos una serie de criterios de producción en origen: de respeto al medioambiente, de pago de un salario digno, de igualdad de género..., a la vez que reivindicamos su aplicación a todos los actores que integran la cadena comercial. ¿Qué sentido tendría establecer unos criterios para el productor y no para el punto de venta? Estos criterios, de justicia social y medioambiental, que deben ser tenidos en cuenta en todo el “recorrido vital” de un producto, están íntimamente ligados al principio de la soberanía alimentaria.

La soberanía alimentaria es el derecho de los pueblos a controlar sus políticas agrícolas y alimentarias; el derecho a decidir qué cultivar, qué comer y cómo comercializar; a producir localmente respetando el territorio; a tener en nuestras manos el control de los recursos naturales: el agua, las semillas, la tierra...

En la actualidad la producción agrícola responde al afán de lucro capitalista de las empresas multinacionales y de las élites políticas que las amparan; lo que comemos viene determinado por unos intereses económicos que no tienen en cuenta nuestras necesidades alimenticias ni los límites de producción del planeta; los recursos naturales están privatizados. Los alimentos se han convertido en una mercancía donde su valor original, el de alimentarnos, ha quedado en un segundo plano.

Estos principios de la soberanía alimentaria aplicados al comercio justo, nos llevan a hablar de un comercio justo de proximidad, exceptuando aquellos productos que no se elaboran en nuestro territorio; de un comercio justo respetuoso con el medioambiente y controlado por las comunidades; de un comercio justo que combate las políticas neoliberales y a las multinacionales.

De este modo, podemos hablar de un comercio justo local, ya sea en el norte o en el sur: comer fruta y verdura fresca de temporada producida por campesinos en base a unos principios de justicia social y medioambiental, acceder a estos productos a través de los mercados locales y la red de la economía solidaria. Del mismo modo que podemos hablar de un comercio justo internacional, del sur al norte y viceversa, para aquellos productos que no se producen localmente. Aquí, si adquirimos productos como el café, el azúcar, la quínoa... debemos de asegurarnos que responden a estos principios de soberanía alimentaria, donde su comercialización internacional sea un complemento a su distribución local, a la vez que la compra de estos productos en establecimientos solidarios nos garantiza la transparencia y la justicia en todo el recorrido del producto

Visto lo anterior, ¿qué podemos decir de un café de comercio justo en una estantería de un supermercado? ¿De una miel que nos llega de Ecuador? ¿De los plátanos de una gran plantación latinoamericana con su certificación correspondiente? ¿Es esto comercio justo? Si tomamos como principio la soberanía alimentaria, ninguna de estas prácticas lo es.

Una gran superficie que basa su beneficio en la explotación de sus trabajadores; en extorsionar a los campesinos y proveedores; en fomentar un consumismo irresponsable... nunca podrá llevar a cabo un comercio justo. La importación de miel de Ecuador y su consiguiente impacto ambiental, por más que haya sido elaborada con criterios sostenibles, no ésta justificada en la medida en que contamos con mieles locales producidas con estos mismos criterios. Que plantaciones bananeras en manos de la industria agroalimentaria, como Chiquita y Dole, produzcan plátanos con sellos de comercio justo, mientras que en otras fincas explotan a sus trabajadores y acaban con la producción local, tampoco es comercio justo.

La consecución de la soberanía alimentaria y de un comercio justo sólo será posible con el trabajo conjunto de organizaciones de base campesinas, de consumidores, sindicalistas, ecologistas... que apuesten por otro modelo de agricultura, de comercio y de consumo al servicio de los pueblos y del medioambiente. Para conseguirlo, la alianza campo y ciudad, Sur y Norte es imprescindible.

Comercio Justo y Soberania Alimentaria

1/1/11

Arma de destrucción masiva de alimentos

 MERCADOS ALIMENTARIOS, ARMA DE DESTRUCCIÓN MASIVA III

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Mercados Alimentarios_arma de destruccion masiva

La crisis alimentaria

El suculento negocio de los agro-combustibles fue señalado como otra de las causas principales del alza de precios en la comida en el año 2008. Jean Ziegler, el ex relator especial de la ONU para el derecho a la alimentación, llegó a afirmar que “Es un crimen de lesa humanidad quemar alimentos para generar agro-combustibles.” 12
La cuestión principal es que millones de hectáreas en el mundo -especialmente en los países del sur- ya no satisfacen las necesidades alimentarias de sus pueblos, sino que se han transformado en factorías para cultivar productos destinados a los países económicamente ricos.

Los agro-combustibles porque han supuesto la más reciente vuelta de tuerca, pero no hay que olvidar que existen otros productos como la soja que acaba de forraje para el ganado, el algodón, el café, el azúcar, flores y decenas más de productos agrícolas que se producen en países pobres, bien porque sólo pueden brotar en ciertos climas o bien porque es más rentable producirlos en dichos lugares.
El tinglado hoy en día se mantiene. Con la crisis de los precios millones de personas soportaron
hambre, mientras unas pocas transnacionales de granos, productos agro-químicos, semillas, agro-exportadoras, así como grandes cadenas de supermercados y especuladores, lograron en 2007 y siguen generando ahora, extraordinarios beneficios gracias a que conforman oligopolios y controlan toda la cadena productiva

Para visualizar de una forma más gráfica cómo estas grandes compañías siguen
logrando bienes mientras la gente sufre inanición, expondré un sencillo ejemplo de una de las compañías más controvertidas que existen: Monsanto.
Para ello nos remontaremos al año 2008, en el que se produjo también una importante subida en los precios de los insumos químicos destinados a la agricultura. Como es lógico deducir, este hecho originó que muchos agricultores prescindieran de ellos, lo que en algunos lugares acarreó un descenso de  su producción. Lógicamente, una menor oferta sumada a un incremento en los costes de producción, redundó en el aumento del precio de los cultivos. En esos días, se atribuyó esta subida de los agroquímicos al incremento del valor del petróleo, la movilidad del dólar, la crisis en USA, etc.

Sin embargo la realidad pudo ser otra. En febrero de 2008, Monsanto ya pronosticaba para dicho año la ampliación en el beneficio bruto por la venta de Roundup (su herbicida estrella) que oscilaría los 1300 y 1400 millones de dólares, “…respaldado por el aumento de los volúmenes y los precios a nivel mundial.”.
De 2007 a 2008, el galón14 de Roundup pasó de 13 dólares a 20 y se duplicó el beneficio bruto total por la venta de este producto

Paralelamente, a mediados de 2008 el precio del petróleo descendía, pero en el mismo informe, la previsión que hacía la transnacional para 2009 era seguir aumentando el precio del galón del herbicida. Tal era ese ascenso, que la perspectiva era obtener más dividendos que en 2008 aún vendiendo menos volumen de Roundup, con lo cual, mientras muchos pasaban hambre otros llenaban sus cuentas bancarias. No fueron los únicos.
Según un informe de GRAIN fechado en abril de 2009, “…las ganancias de Nestlé de 2008 subieron un impresionante 59 por ciento, y el incremento de Unilever se acercó al 38 por ciento (…). Los beneficios del cuarto trimestre de 2008 para el gigante minorista más grande del mundo, Wal-Mart, disminuyeron ligeramente, lo cual no sorprende dada la profunda recesión que afecta a los EE.UU. Aún así rastrilló 3 800 millones de dólares durante ese período.”


Beneficios para algunas de las compañías de semillas/pesticidas más grandes del mundo
Compañía
Beneficios 2008 (millones de US$)
Aumento respecto a 2007 (%)
Monsanto
2.926
120
Syngenta
1.692
19
Bayer
1.374
40
Dow
761
63
BASF
894
37
GRAIN: “Las corporaciones siguen especulando con el hambre”, abril de 2009
 
Estos beneficios se explican en parte por el control casi monopólico que ejercen. Según el grupo ETC en su informe “¿De quién es la naturaleza?” (Publicado en noviembre de 2008), el 67% del comercio mundial de semillas era manejado en 2007 por 10 grandes multinacionales (DuPont, Syngenta, Limagrain Bayer, etc.). Sólo Monsanto detentaba casi el 25%.


De acuerdo con la misma fuente, 10 empresas controlan el 89% del comercio de agro-químicos (Bayer, Syngenta, Dow, Monsanto, etc.). De ellas, las seis más poderosas también participan del negocio de las semillas. Además el 26% del mercado mundial de comestibles empaquetados también es colmado por 10 transnacionales (Nestle, Pepsico, Kraft, Coca-cola, Unilever, Danone, etc.)


Hace 30 años que Frances Moore Lappé y Joseph Collins escribieron el magistral libro “Comer es primero. Más allá del mito de la escasez.” 18 Con suma destreza y desatando una impresionante tormenta de datos y bibliografía, los autores van desmontando las premisas oficiales que durante esos años intentaban explicar la creciente hambruna en muchos países del mundo.
Haciendo gala al propio título, el libro combate con tesón la idea de que la escasez de alimentos es el motivo del hambre y el subdesarrollo.De esa forma, Moore Lappé y Collins van argumentando poco a poco, que la causa del desasosiego en muchos estados del sur es el control por parte de unos pocos de los recursos agrícolas, entendidos éstos como la tierra, los insumos, las semillas, el comercio, la distribución y en general cada uno de los eslabones de la cadena alimentaria.



La conclusión más amarga tras leer esta investigación, es que hoy nada ha cambiado y se profundiza en los mismos esquemas que antaño, como bien se puede visualizar con los balances económicos que se desgranaban más arriba y que acaecieron justo en un periodo de crisis alimentaria de proporciones mundiales que dejó a millones de personas hambrientas.


Fuente: Proyecto Matriz
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