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5/10/10

Regalo mortal para Haiti de la Monsanto

Una marcha realizada el 4 de junio, en Papay, Haití, comprobó que los campesinos y las campesinas de este país no están dispuestos a aceptar la donación de semillas transgénicas, fertilizantes y pesticidas, realizados por la multinacional Monsanto. La marcha, que también tuvo la participación de activistas de otros países, pidió también por la soberanía alimentaria y rechazó a los cómplices de la Monsanto.
Antes de iniciar la manifestación, campesinos, campesinas y demás miembros de los movimientos sociales plantaron, simbólicamente, semillas de maíz criollo en una hacienda experimental del Movimiento de Papaye (MPP). La intención de la ceremonia fue reafirmar la determinación de utilizar sólo semillas locales orgánicas y consumir alimentos saludables. En razón del Día Mundial del Medio Ambiente, también se plantaron árboles.
La marcha partió del centro de formación del MPP y se dirigió hasta Hinche. Fueron 7 Km de caminata y de reivindicaciones para exigir respeto por la soberanía alimentaria de Haití y para manifestar el repudio a la Monsanto y a todos los que están de su lado apoyando la inserción de semillas transgénicas en el país.
Los manifestantes llevaban camisas rojas y sombreros donde se podían leer frases de repudio como «Abajo la Monsanto» y «Abajo Preval». Además, llamaban la atención en las calles con gritos y el sonido de tambores y de instrumentos de viento. De acuerdo con Vía Campesina Caribe, además del repudio a la Monsanto, los manifestantes utilizaron la oportunidad para demostrar su insatisfacción con la actuación política del Presidente René Preval y del primer ministro Jean Max Bellerive. Ambos son acusados de ser «cómplices del imperialismo al vender el patrimonio nacional del país».
Durante la marcha, también se leyó la declaración final, escrita por las organizaciones campesinas haitianas y demás movimientos sociales del país, durante la convocatoria. La lectura del documento fue seguida por otro acto simbólico: la quema del «regalo mortal» donado por la Monsanto al gobierno haitiano. Después, se distribuyeron a los participantes semillas criollas de maíz y varios tipos de poroto.
Además de la manifestación por las calles de Hinche, el jueves (3), la Iglesia Católica exhibió un documental que esclarece los impactos negativos que, regiones como América Latina, pueden sufrir al utilizar los productos de la Monsanto. También se informó sobre el apoyo que la multinacional recibe de la Administración para el Control de Alimentos y Remedios de Estados Unidos (FDA, por su sigla en inglés) para diseminar sus productos por el territorio americano.
Muchas organizaciones demostraron su solidaridad con la lucha del pueblo haitiano. En un comunicado, Vía Campesina Brasil describió su indignación por saber que la multinacional Monsanto, productora de más del 90% de todos los transgénicos plantados en el mundo, está aprovechándose de la vulnerabilidad de Haití después del terremoto del 12 de enero.
«La donación de las 475 toneladas de semillas de maíz y hortalizas puede ser divulgada como una acción de generosidad de la Monsanto con el pueblo haitiano. Pero conociendo el historial de esta multinacional, como lo conocen los que son parte de Vía Campesina Brasil, tenemos la certeza de que se trata de una infame táctica empresarial para el aumento inescrupuloso de sus ganancias. Ganancias que se obtendrán a costa de la explotación de familias campesinas y de la destrucción de la soberanía alimentaria de Haití», señaló Vía Campesina Brasil.
Regalo mortal
La donación de la Monsanto, de 4 millones en semillas híbridas de maíz y hortalizas, fue aprobada hace pocos meses por el Ministerio de Agricultura de Haití. La justificación fue que los agricultores corrían el riesgo de no conseguir semillas de calidad para sembrar en la próxima cosecha. Dos cargamentos con 60 y 70 toneladas de semillas ya llegaron al país. Otras 345 toneladas van a ser distribuidas a los campesinos en los próximos 12 meses.

4/10/10

La dignidad humana es atropellada

Cuando Alexander Graham Bell inventó el teléfono, tuvo que apresurarse para que nadie le robase su idea. Patentándolo registró su invención, obteniendo el control de su uso en un futuro. Una patente es una concesión otorgada por un gobierno que proporciona al inventor los derechos exclusivos del invento para su uso, venta o fabricación durante un período de tiempo normalmente de 20 años.

Hasta la fecha sólo se habían otorgado patentes a invenciones técnicas y productos manufacturados. Ahora la ingeniería genética quiere patentar animales vivos, plantas e incluso células humanas. También, multinacionales como Monsanto, desean patentar genes de organismos vivos que han aislado con el fin de tener el derecho a utilizarlos para crear nuevas formas de vida. ¿Que vendrá después..?.

En EE.UU. patentar plantas y animales está permitido y quieren a través de sus multinacionales, extender esta fórmula al resto del mundo amenazando con guerras comerciales si no se les da paso a estos nuevos productos “genéticos”. Ahora, pretenden conseguir las patentes de genes y células humanas. Ya tienen almacenadas en bancos genéticos, células y genes tomadas a poblaciones indígenas para ser utilizados en un futuro de la manera que ellos deseen, y mientras tanto, la gente que es realmente propietaria de estos genes, ni siquiera pueden decir nada al respecto. Una empresa multinacional estadounidense, WR.Grace, ha patentado un proceso por el que produce el mismo pesticida que el generado por el árbol Neem. Aunque este ha sido tradicionalmente utilizado en la India durante siglos, sólo esta multinacional podrá lucrarse de su utilización a partir de ahora ¿Cómo es posible que se realicen estos crímenes contra la humanidad abiertamente, con descaro y protegidos por las leyes?. De igual modo, muchos representantes de empresas farmacéuticas, se internan entre los pueblos indígenas a la caza de remedios curativos que estos pueblos utilizan. Una vez localizado el tipo de hierva o planta que emplean ancestralmente y la forma de utilizarlo, lo patentan y a partir de entonces, nadie puede curarse con ese remedio sin pagar los derechos a la empresa que ha “robado” la fórmula. El nativo para utilizarlo tiene ahora que pagarlo tras robarle el producto. Increíble. Estamos en un mundo de locos donde impunemente se cometen atentados contra el bienestar mundial, contra la biodiversidad de la Tierra. Y claro, así nos va.

Permitir la patente sobre los cultivos generará un nuevo sistema de feudalismo en la que las grandes empresas multinacionales podrán dictar cuando, cómo y bajo que condiciones se podrán plantar sus cultivos de ingeniería genética.

En EE.UU. y en Europa se ha solicitado la patente de células de sangre del cordón umbilical de un recién nacido. La empresa que solicita la patente ha aislado las células de la sangre y posteriormente las ha congelado, con el fin de permitirles cobrar derechos a cualquier empresa que quiera utilizarla, incluso aunque sea destinada para transplantes o investigación. En la misma línea, un equipo de investigadores estadounidenses y británicos detectaron un gen que se cree el causante de incrementar el riesgo de cáncer de mama en mujeres. El gen fué patentado por los primeros y ahora, además de que sólo pueden beneficiarse económicamente los estadounidenses, los británicos no pueden hacer uso del gen para diagnosticar este cáncer. Lo mismo ocurre con otros tipos ce cáncer e incluso con las investigaciones para curar el SIDA.

La soja se encuentra en alrededor del 60% de los productos alimenticios manufacturados de los supermercados...en el pan, chocolate, pasteles, mantequilla, helados, pasta, etc.. Ahora intentan, nos guste o no, introducir la soja modificada genéticamente en nuestra dieta diaria. Para evitar que los consumidores efectúen un boicot, la mezclan con la soja normal y no va a ser reflejada en las etiquetas. ¿Con que derecho juegan con nuestras vidas?.

Los productos de soja modificada genéticamente no son más baratos, no tienen más sabor, ni son más sanos. Tampoco producen mayores cosechas. Ha sido diseñada para ser resistente a un herbicida de la multinacional agro-química Monsanto (más conocida como la empresa que desarrolló y produjo el agente naranja, el famoso gas que causó miles de víctimas en la guerra de Vietnam) llamado Roundup. Los beneficios de la multinacional aumentarán si consigue una amplia distribución de la soja transgénica, que contiene genes de una bacteria de virus de coliflor y de petunia. Se sabe muy poco de las interacciones que pueden tener estos nuevos tipos de secuencias de genes entre sí y con el medio ambiente.

Muchos de estos genes que las compañías multinacionales nos quieren hacer consumir, proceden de plantas y animales o incluso de otras sustancias que no son parte habitual de nuestra dieta (escorpiones, polillas, bacterias, virus, ratas, ratones, etc.). No se sabe aún los daños que puede producir en la salud el consumo de estos genes extraños a través de la carne, fruta, vegetales u otros alimentos. Introducir materiales no experimentados ni probados en los alimentos puede generar reacciones alérgicas. Las alergias son unas de las enfermedades más comunes y más difíciles de tratar.

Todo ser vivo tiene genes. Estos determinan cuál es la función de cada célula y se transmiten de generación en generación. Los genes aseguran, por ejemplo, que el ser humano se reproduzca dando origen a nuevos humanos y que las bacterias den lugar a nuevas bacterias. En la naturaleza, los cruces sólo pueden darse entre ejemplares de la misma especie o emparentados. Pero la ingeniería genética implica extraer genes de otras especies, por ejemplo de escorpión, e introducirlos en especies diferentes, como el maíz, creando una forma de vida nueva . Esta forma de manipular la vida ha sido descrita como un verdadero Frankestein.

Las empresas involucradas en la creación de cultivos y alimentos de ingeniería genética argumentan generalmente que lo que están haciendo es “mejorar” la naturaleza. Dicen querer hacer cultivos más resistentes a la maleza o crear frutas y vegetales mayores y mejores. Pero, de hecho, los principales beneficiarios de estos llamados “productos mejorados” serán las propias empresas que los fabrican. La soja de Monsanto está diseñada para ser resistente al herbicida que fabrica la misma compañía que, teóricamente, matará a la maleza en los cultivos, al tiempo que permitirá sobrevivir a la soja. Esto garantizará mayores beneficios para Monsanto, pues los agricultores que planten la soja de Monsanto, tendrán que usar además su herbicida. Este experimento con la naturaleza es un gran juego de azar.

Se patenta la vida. ¿A caso la hemos inventado? ¿A qué estamos jugando? ¿Que ocurre a este mundo deshumanizado que dejamos morir a los niños de hambre y tenemos la osadía de patentar la propia vida?.

Monsanto presentó una solicitud para patentar la crianza de cerdos

Los cerdos de Monsanto

¿Cerdos de Monsanto?

Ginebra, Suiza — Parece una locura, un disparate, pero es una intención real: Monsanto presentó una solicitud para patentar la crianza de cerdos y su progenie. Dicha solicitud, interpuesta ante la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, incluye métodos tradicionales y pretende que todos los criadores del mundo paguen regalías a esa corporación si quieren seguir haciendo lo que han hecho por generaciones. Esta es una más de las formas en que Monsanto intenta controlar la producción de alimentos a escala planetaria.

La solicitud, presentada en Ginebra, Suiza, y descubierta como resultado de una investigación efectuada por Greenpeace, busca reclamar los derechos sobre los cerdos en más de 160 países, incluido México. De prosperar la petición, Monsanto estará en posición de exigir pagos a los porcicultores que crían puercos con ciertas características o utilizan determinados métodos de crianza, aún cuando éstos sean los tradicionales que suelen emplear los criadores (como la cruza de ciertos ejemplares) en la búsqueda de mejorar la especie.

El objetivo de Monsanto es apropiarse de golpe de un mercado que se encuentra en expansión debido a la creciente demanda de productos cárnicos. Según Monsanto, posee métodos para acelerar la crianza, por ello necesita que los cerdos y su progenie sean susceptibles de ser patentados y obtener así regalías de la comercialización.

Sueños corporativos, anhelos imperiales

Monsanto, el gigante corporativo de la biotecnología, ha avanzado de forma agresiva sobre el control de cultivos transgénicos y el mercado de semillas convencionales a través del sistema de patentes. Esto ha convertido a Monsanto en una amenaza para la biodiversidad, para la seguridad alimentaria y para millones de campesinos que no están en condiciones de pagar regalías para seguir cultivando sus semillas. Sin reparar en ello, Monsanto ha invetido durante la última década más de 10 mil millones de dólares en la adquisición de empresas semilleras y productoras agrícolas.

El encandilamiento que los organismos genéticamente modificados ha provocado en la agroindustria y en muchos gobiernos ha permitido que no se repare como es debido en el sistema de patentes y todo lo que éste implica. Con esa misma dinámica empresarial, Monsanto pretende dar otro paso para ahora "privatizar" procedimientos convencionales de crianza de puercos, al patentarlos a pesar de que no representan ningún invento.

Los diferentes sistemas de crianza de animales, así como las diferentes formas de obtener semillas, son resultado de la observación y experimentación que campesinos y pastores de todo el mundo han realizado durante milenios. Privatizar prácticas agrícola-ganaderas tradicionales por medio de patentes es atentar una vez más contra el libre conocimiento de la humanidad, en busca de beneficios económicos para unas cuantas empresas.


Acerca de las patentes: Las patentes son garantías gubernamentales que proveen a un inventor de derechos exclusivos en el uso, venta o manufactura de un invento por un determinado periodo de tiempo. Las patentes se conceden sólo para inventos humanos, no para descubrimientos. Los organismos vivos que se encuentran en la naturaleza, como las plantas, los animales y sus genes por supuesto que no son el invento de alguien. Por lo tanto, por definición, nunca deben ser patentados y puestos bajo el control privado.
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